Están todos bien

Crítica de Luis María Fittipaldi - RosarioCine

Lo primero es la familia.

Frank es jubilado, enviudó hace unos meses, dedicó su vida al laburo, y quiere tan solo reunirse con sus cuatro hijos que ahora están diseminados por el país. Como es imposible en un primer momento reunirlos, entonces irá por ellos, esto se convertirá pues en un forma de intentar conocerlos mejor, y saber de ellos.

La primera gran mochila pesada que carga este filme, es ser remake de un notorio y calificado título de 1990: "Stanno tutti bene" de Giuseppe Tornatore, con actuación de Marcello Mastroianni. Esto claro que con varios cambios, y modificaciones respecto a aquella, igual subsiste la idea original de un padre intentando conocer un poco más a sus hijos, y que tenga que ver mucho con la desaparición física de la madre no escapa a la propuesta, "Todo tiene que ver con todo" decía Pancho Ibáñez en la tevé.

El director Kirk Jones -uno no olvida esa gema del "El divino Ned"-, hace una versión prolija, sin recurrir a muchos golpes bajos como podían esperarse, ya que esta peli tiene toda la carne sobre la parrilla para cachetear al sensible espectador, y abusar de él. Pero no sucede tanto ni tan poco. La suma de valores es aquí la actuación sobria de una maduro Robert De Niro, lejos de las mejores hechas para el cine en sus últimos años, ya que venía de tanto disparate y comedia berreta, donde exageraba y ponía distancia a aquellas inolvidables actuaciones suyas, e incluso hasta dirigió su farragosa y pesada "El buen pastor". Aquí está medido, sobrio, correcto, y muy bien acompañado por los hijos que componen: Sam Rockell, Drew Barrymore y la sorprendente Kate Beckinsale-por su nivel de perfomance, y ergo su espléndida belleza también-, algo destacable es que Paul McCartney compuso especialmente para esta peli su tema "I want to come home", el cual se puede oir sobre las escenas finales.
No es de igual calidad que aquella versión de casi 20 años atrás, tampoco es original, tiene sus defectos sensibleros, claro sin llegar a parecerse a una de Sandrini del viejo cine nacional.
El público mayor de 40 años podrá disfrutarla mejor, sin olvidarse de tener sus pañuelos descartables a mano.