Están todos bien

Crítica de Laura Tuyaret - Dulce Pururú

Están todos bien es una remake de la película italiana de los 90 Stanno tutti bene, con Marcelo Mastroianni. Esta vez, el lugar del gigante italiano lo ocupa otro grande: Robert De Niro. Aunque las críticas oscilan entre elogios y desaprobaciones, éste actor ha sido merecedor de la mayoría de los aplausos que recibió este film. Su interpretación esmerada y conmovedora hace que dé gusto verlo en papeles que no tengan relación con policías veteranos.
Frank (Robert De Niro), es un viudo que emprende un largo viaje en tren, colectivo y avión a lo ancho de EEUU para ir a visitar a sus cuatro hijos. Pero a medida que los va sorprendiendo uno a uno, va descubriendo que no son tan exitosos como él esperaba que fueran. Una misma pregunta es la que les hace a todos: ¿Eres feliz?
En primer lugar, considero absurdas las críticas que se detienen sobre el argumento del film. Hay que tener en cuenta que esto es una remake, la historia no fue inventada para este largometraje. Por lo tanto, lo único que se puede juzgar de esta película son las cuestiones técnicas, las interpretaciones, la adaptación, y no el argumento. Si es ése el cometido, deberían observar esa cuestión en Stanno tutti bene, y no en esta ocasión.
En lo que a la adaptación respecta, creo que Están todos bien respeta bastante la idea de la original (que en su momento ya me había parecido enternecedora), y lo hace, por supuesto, agregándole esos ingredientes hollywoodenses que no podían faltar. Llámese la clara división en lo que está del lado del bien y lo que está del lado del mal; o llámese el obvio desenlace en un final feliz. En la primera cuestión, tenemos el transparente mensaje que salta a la vista y es aquél que dice que debido a la gran presión del padre (lado malo), los hijos debieron mentir sobre sus realidades poco exitosas. Esa línea divisoria no está del todo clara en la película italiana. Y en lo que respecta al final feliz, tenemos como resultado un padre comprensivo, que ha recapacitado y todos viven felices y comen perdices (quienes vieron el film, sabrán que ésto es literal).
Otra cuestión que vemos dentro de la adaptación tiene que ver con la inminente necesidad de aggiornar el relato. Por ello, encontramos algunos cambios en las historias de los personajes que denotan problemáticas más actuales, como las familias disfuncionales, el ocultamiento de la homosexualidad o la drogadicción.
Ésta es una muy buena adaptación de un film que fue un clásico de una época, y la interpretación de De Niro es, sin dudas, el plato fuerte. Es mucho más que conmovedora y enternecedora, es convincente y exquisita. Alcanza, como solo un actor de raza sabe hacerlo, una empatía total con el espectador.