Estación zombie 2: Península

Crítica de Cristian A. Mangini - Funcinema

MÁS ES MENOS

Invasión zombie (2016) fue uno de esos éxitos unánimes que resonaron en la taquilla y la crítica, e impactó por su eficacia narrativa en un terreno arduamente explorado, entregando algunas secuencias indelebles. El film de Yeon Sang-ho no era novedoso, pero a lo largo de la claustrofóbica odisea de sus personajes transmitía una sensación de vulnerabilidad y desamparo, al mismo tiempo que entregaba electrizantes secuencias de acción e imágenes memorables de hordas de zombies. Cuatro años después, la misma elipsis narrativa que tiene el film, se estrena Estación zombie 2 (2020), una película con más presupuesto, más subtramas narrativas y más efectos especiales pero menos sustancia, cayendo incluso por debajo de la precuela animada Seoul Station (2016).

Las tres películas que integran esta suerte de universo repleto de zombies ocasionados por algún virus desconocido no tienen una conexión a través de sus personajes, sino que permanecen apenas como una referencia. Lo mismo sucede con el aura que envuelve a cada uno de los films: en la precuela animada hay un profundo nihilismo que recorre cada uno de sus diálogos y acciones, con personajes miserables en una situación que los colapsa; en la primera parte ya se mencionó el desamparo y la carrera contra reloj, aunque recorre en sus personajes algo que ya se veía en Seoul Station y por extensión en muchas de las películas de zombies desde Night of the living dead (1968) de George Romero: el instinto de supervivencia puede generar un peligro mayor al que encarnan los mismos zombies. Estación zombie 2 explicita esto con un subrayado más marcado que en sus dos anteriores películas, algo que no es tan problemático ya que los films de Romero no se caracterizan por su sutileza, el asunto es la forma en que lo expone y afecta a cada personaje, abriendo subtramas narrativas sin peso y dejando algunas resoluciones arbitrarias para darle cierta homogeneidad al relato. Lo peor es que este caos también expone la chatura que envuelve a los personajes que se encuentran dispersos en la trama.

Trama que es sencilla y podría haber resultado interesante. Estación zombie 2 tiene algunos elementos de heist en sus inicios al plantearse una misión suicida destinada al fracaso. El film nos pone en el lugar de Jung Seok (Dong won-Gang), un ex militar atormentado por el vibrante prólogo que es lo mejor de la película, como sobreviviente a los eventos en Estación zombie. Imposibilitado de asentarse como ciudadano en Hong Kong por su condición de refugiado, toma el encargo de rescatar un camión lleno de dólares que le daría suficiente dinero para mejorar su situación. Pero no es tan fácil al tener que volver a un territorio invadido por zombies. Este objetivo comienza a desvirtuarse porque a los zombies se suma un escuadrón de sádicos que se encuentra instalado en la región y hará imposible la operación. También por la inclusión de un pequeño grupo familiar de refugiados que dan un lado emotivo (e inoportunos comic reliefs) y conectan con la compleja historia del protagonista. En síntesis, el film abre dos arcos narrativos que tienen poco sustento, fragmentados, y que en el caso del personaje de Chul-min (Do-yoon Kim) resta, porque mucho de lo que se ve parece influenciado por lo peor de The walking dead. En particular, antagonistas muy poco definidos que rozan la caricatura y no tienen ningún propósito más que ser instrumentos del guion.

¿Pero es entretenida? Entre las pocas virtudes que tiene el film hay que reconocerle eso. Las dos horas entre las secuencias de acción -al menos dos son notables- se pasan con cierto vértigo televisivo pero, a diferencia de Estación zombie, este vértigo está vacío y solo nos quedan algunas imágenes pesadillescas que Yeon Sang-ho ya ha demostrado que puede lograr. Quizá es el momento de probar suerte por fuera de este universo de zombies que parece agotado.