¡Está vivo!

Crítica de Ricardo Ottone - Subjetiva

Mi bebé

Uno de los meritos de It’s Alive versión ’74, que aquí se conoció como El monstruo está vivo y fuera el primer largometraje del director de culto Larry Cohen, es haber logrado un film de terror creíble y efectivo con una premisa que contada puede parecer absurda (un bebé recién nacido con instintos asesinos y un poder brutal para darle rienda suelta a esos mismos instintos) y eludir el ridículo con inteligencia, saliendo muy bien parado del desafío, logrando primero que uno acepte que un bebé puede ser un monstruo asesino, luego que uno tenga miedo de ese bebé monstruo que se acerca a sus víctimas gateando y, por último, que uno se apiade de ese pobre monstruo acosado que solo actúa así por instinto y genética.

Se ve que a la hora de planificar la remake, los responsables (donde se cuenta el propio Cohen como uno de los autores del guión) le tuvieron miedo al ridículo, quizás pensando que lo que podía ser aceptable en los ’70 no iba a salir tan bien librado en este milenio. Es por eso que hay unos cuantos cambios en la propuesta argumental de está versión ’08 (estrenada aquí con algo de atraso). Por lo menos tres merecen mencionarse. En principio lo más evidente es que ya no se trata de un bebé mutante y deforme (el original era un cabezón feo con garras y dientes de predador al que se mostraba siempre fugazmente y entre sombras) sino uno de apariencia normal y hasta adorable, que pasa desapercibido y del que nadie sospecha con excepción de su madre. Queda sin respuesta la pregunta de cómo hace para matar si no hay en su cuerpo (por lo menos no exteriormente) ningún arma que le permita cazar y desgarrar a sus víctimas como sugieren esos chorros de sangre que vuelan alegremente cada vez que una de ellas es atrapada y constituyen algunos de los (pocos) momentos disfrutables del film. (Solo en una toma se le ven unos dientes deformes pero que nadie antes advirtió).

Otro cambio notable es el de punto de vista. El original estaba relatado desde la experiencia del padre, quien sabía (como todos) del carácter monstruoso de su hijo y tenía que lidiar con sus sentimientos de decepción, rechazo y odio para con la criatura a la que incluso quiere exterminar, para finalmente apiadarse de ella. Acá se cuenta la historia desde la perspectiva de la madre (ya que el padre ni se entera) quien se espanta por las características de nene pero lo encubre y trata de borrar las huellas de sus matanzas mientras va perdiendo progresivamente la cordura (en esto es similar a la original). Esto resulta en que no se puede hacer empatía con ninguno de los dos, cuando en la anterior no se podía si no sentir pena y simpatía por la desgraciada y acosada familia. Y, como ya se dijo, al final uno hasta le tenia lastima al monstruo, cosa que aquí tampoco sucede.

Finalmente y no menos importante, hay un salto de la esfera pública a la esfera privada ya que, salvo la madre, nadie se entera y ni siquiera sospecha que el autor de los asesinatos podría ser el bebé. En el primer film esto era sabido por todo el mundo desde el principio, lo cual daba pie para la incorrección, con una cacería policial con la misión de matar un bebé, y hasta cierta denuncia, donde la prensa acosaba con rapiña a los padres mientas los médicos intentaban tapar las causas de la mutación. En la nueva versión la causa de la misma son unas misteriosas pastillas abortivas cuya legalidad nunca se aclara y, por ende, no hay nadie claro a quien culpar.

Si uno perdiera de vista el referente Está vivo pasaría por un film de terror clase B, correcto, y algo anodino, que no está muy mal pero tampoco está muy bien. Comparando con su sucesora es indisimulable que en la búsqueda de sobriedad o sutileza se perdió contundencia, provocación, incorrección y originalidad.