Espíritus oscuros

Crítica de Jessica Johanna - El Espectador Avezado

La nueva película del director Scott Cooper (Crazy Heart, Out of Furnace) está basada en un cuento de terror escrito por Nick Antosca y escrita junto a él y a Henry Chaisson. Este cuento llamó la atención de Guillermo Del Toro y fue así que decidió producir la adaptación. Al verla se entiende inmediatamente por qué al realizador mexicano le interesó la historia; a la larga a él siempre le gustaron los monstruos y aunque a veces siente cariño por ellos también los teme porque comprende que son reales.
En el prólogo a su antología de Cuentos de Terror, el escritor argentino Alberto Laiseca escribía: «La vieja pregunta es ¿por qué seguimos leyendo (o pidiendo que nos cuenten) historias terroríficas? En primer lugar porque nos divierten mucho. Es cosa clara. Todo lo que ‘abre puertas’ gratifica. Pero hay todavía una razón más profunda: los monstruos existen en serio y todos los sabemos…». En Espíritus oscuros, que empieza con un prólogo intrigante y terrorífico en el que un niño es testigo de algo que ataca a su padre, los monstruos no siempre tienen una apariencia estrafalaria y sobrenatural, a veces se encuentran bajo la piel de vínculos cercanos.
La protagonista es una joven maestra interpretada por Keri Russell, una mujer que recientemente volvió al pueblo y a la casa en la que vivió y ahora lo hace junto a su hermano convertido en sheriff. En la escuela enseña sobre mitos y leyendas y le llama la atención un estudiante que además de ser maltratado por el resto de sus compañeros, permanece siempre solo, parece desnutrido y aunque no sabe leer llena sus cuadernos de dibujos aterradores que cuentan historias.
Julia, la mujer en cuestión, no tarda en intuir que algo sucede en la casa de ese niño e intenta acercarse a él. Es que su historia familiar la hace sensible a este tipo de situaciones. Lo que no imagina es que en la casa de este nene su padre convive transformado en una criatura salida de la mitología de los nativos.
La trama no tiene grandes sorpresas y las metáforas pueden ser demasiado claras pero eso no hace al relato menos efectivo. Porque Cooper consigue crear climas ominosos y sugerentes, de hecho siempre decide mostrar lo justo y necesario y así se mueve de manera lograda entre la tensión y el misterio. Aunque esté protagonizado por un niño no estamos ante un film de tono liviano casi familiar como podrían serlo Un monstruo viene a verme o Historias de miedo para contar en la oscuridad, por mencionar historias que conjugan drama y terror sobrenatural protagonizada por niños. El director no teme en sus dosis justas apostar por el gore, que a veces desentona un poco con la parte más emocional.
Por un lado está a cuenta gotas, contando lo justo y necesario porque sobre ciertos temas no hace falta decir mucho, la historia pasada de esa profesora que se escapó de su casa y no pudo volver hasta que su padre hubiese muerto. Por el otro, la del niño transformado a la fuerza en cuidador en una situación que lo pone siempre en peligro.
Quizás Espíritus oscuros no termine de explorar la atractiva mitología nativa que gira sobre la historia que se cuenta, el Wendigo que aparecía en la novela de Stephen King «Cementerio de Animales», pero es que su corazón radica en la mencionada idea que se tiene sobre el monstruo. Una pequeña y aterradora película que nos enfrenta ante la horrible pero evidente noción de que los monstruos existen y pueden estar más cerca de lo que pensamos