Espiral: El juego del miedo continúa

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Invirtieron tanto dinero en los contratos de quienes encabezan el elenco de Espiral: El juego del miedo continúa (Chris Rock, de Fargo; Samuel L. Jackson, Max Minghella), que a lo mejor les daba como para pagar los derechos de King of Pain (Rey del dolor), el tema de The Police.

Pero no, se ve que prefirieron gastarlo en tripas, dedos y lenguas cortados.

Después de 8 películas con "juegos" de violencia mecánica, que cortan extremidades, infligen dolor o lo que sea, terminando con la muerte de quienes participan, no por gusto propio y muy a su pesar, llega esta película en la que evidentemente el perverso ha de ser un imitador de Jigsaw, ¿no?

Pregunto a los que vieron las películas.

Bueno, sí, tenemos un nuevo depravado, en principio sin rostro, pero con una máscara de cerdo. La película se titula Espiral porque el desquiciado maníaco de la tortura hace ese dibujo con aerosol rojo, que se veía en las mejillas de la marioneta de Jigsaw.

Algo de las películas originales de la saga me quedó.

La cosa es más o menos la misma. Cuando el asesino, porque de alguna manera hay de definirlo, les dice a sus presuntas víctimas aquello de “Vivir o morir, usted decide”, los incautos suelen tener que elegir entre un dolor o desmembramiento, o la muerte.

El primero es un hombre que está colgando de su lengua en las vías del subte. Así que si no quiere que el mismo lo atropelle, tiene que saltar y arrancarse la lengua (no como si fuera Federico Luppi en Tiempo de revancha).

A ver si lo entendemos
Cuando Zeke Banks (Chris Rock, que actúa como desquiciado, blasfema todo el tiempo y se olvida que fue comediante), el oficial de policía que llega al lugar, comienza a entenderlo todo. Ese hombre era un compañero suyo, que solía mentir en los juicios contra criminales. De ahí lo de la lengua.

Pero Zeke es una mosca blanca en su departamento de policía. Hijo de quien regenteaba antes el lugar (Samuel L. Jackson), con quien no se habla, Zeke es insobornable. Tanto es así que delató a un compañero, hace unos años, cuando éste asesinó a sangre fría a un testigo que iba a deschavar a un policía corrupto.

¿No era ésta una película de Saw, o El juego de la muerte? Sí, pero es una cruza con el thriller policíaco contra la corrupción.

Así que Zeke irá tras las horripilantes pistas que recibe en distintas cajas, cajitas y cajotas que recibe, muy bien presentadas, eso sí, enviadas por el demente.

¿Hay algo personal con él? Porque las víctimas siguen siendo policías. Y ahí va él, junto al novato que interpreta Max Minghella (hijo del director de El paciente inglés), que es Nick en The Handmaid’s Tale, por si el rostro les resulta familiar.

Espiral es tan horripilante como las anteriores de El juego del miedo. La idea, se ve, es seguir exprimiendo lo que ya no tenía más jugo. El jugo del juego, sí. Continuará.