Ese fin de semana

Crítica de Gabriela Mársico - CineramaPlus+

Dirigido por Mara Pescio, el filme, rodado en la frontera argentino brasilera, es el recorrido que traza Julia, la protagonista, nada menos que Miss Bolivia, que interpreta a una cantante de covers en boliches del lado brasilero. Julia es una especie de pasajera en tránsito acostumbrada a viajar ligera de equipaje… El filme nos cuenta además la historia de una compleja relación materno-filial dentro del ámbito de la música.

EN EL CAMINO

Julia (Miss Bolivia), una cantante argentina, que se gana la vida en boliches nocturnos, bares y fondas, en Brasil, vive endeudada permanentemente. Tiene sólo dos días para cancelar una deuda acuciante, por esa razón decide viajar a Posadas para recuperar un dinero que le fue robado de la que fuera su casa. Y también, para firmar unos papeles que le darán la custodia al padre de su hija Clara (Irina Misisco) y el permiso para que Clara pueda viajar al Paraguay donde probablemente tendrá que ir a vivir junto a su padre.

El encuentro, con sus tires y aflojes, al principio se les presentará como algo difícil de abordar. Nada mejor que un parque de diversiones para distenderse, romper el hielo, y de paso, mostrar cómo se ponen en movimiento los juegos que han estado sin funcionar durante mucho tiempo. El Gusano Loco es una bella imagen para demostrarnos como cuesta arrancar una maquinaria paralizada para ponerla nuevamente en movimiento. O delirar al volante de los autitos chocadores sintiéndose tan libres y despreocupadas como para darse el lujo de poder chocarse.

Clara, una vez que ha logrado cierta intimidad con su madre, Julia, le confiesa que ha guardado todas las postales que ella durante sus giras artísticas le había enviado. Julia, sin embargo, vuelve a ponerse a resguardo al tomar cierta distancia emocional, asegurando que su letra es ilegible y que no puede descifrar ni recordar nada de lo que escribió. Por otro lado, no resulta casual que la vocación artística de Clara pase por la música, la misma profesión de su madre. Y que haya formado un dúo musical con su amigovia Fernanda (Laura Kramer) una especie de sustituto materno que hace a la vez de mentora en el campo musical, y tutora y guía, en la vida diaria.

La circulación del dinero, del que Julia da la impresión de vivir constantemente en falta, lo consigue de maneras varias, a través de la venta de celulares o de la sustracción de unos billetes de la cartera de la mujer a la que le da un aventón, para cruzar la frontera, como si en vez de robarle un par de billetes, sólo le estuviera cobrando el peaje.

El dinero, en su fluir continuo, puede equipararse al afecto que fluirá o interrumpirá su flujo de acuerdo al compromiso que asuma Clara decidida a retener a su madre, incluso, tentándola con dinero, para convencerla, o a la decisión final por parte de su madre, Julia, de irse o de finalmente quedarse. Pareciera que tanto afecto como dinero están estrechamente vinculados y los lazos que forman tanto uno como el otro se presenta como indisolubles.

En una de las escenas más conmovedoras del filme, Clara le muestra a su madre el dinero que Julia creía robado. Son ocho mil dólares, le dice, por qué no te quedas, no tendrías que hacer nada… En este punto crucial, donde el dinero se intercambia por afecto o protección, salen a la luz los motivos que mueven a Clara y, sobre todo, a Julia, o para decirlo de otro modo, las expectativas que cada una de ellas tiene con respecto a la otra.

Si bien Clara pareciera dispuesta a todo con el fin de agenciarse una madre, Julia, por su parte, sólo estaría dispuesta a dejarse llevar por su propia naturaleza errante. Sin embargo, lo más interesante del filme, más allá de lo estrictamente anecdótico que nos cuenta, la problemática materno filial de una compleja relación entre una madre que abandona para rehacer su vida y una hija que la reclama para hacer la suya, es la exposición de una nueva configuración intrafamiliar dentro de la que se teje una compleja red de relaciones entre mujeres que se sostienen a sí mismas a través de fuertes lazos solidarios de una especial complicidad y acompañamiento que aparentemente resultan para ellas mismas indestructibles.