Escupiré sobre tu tumba

Crítica de Nicolás Spalek - A Sala Llena

Amada por los pocos fans del género, odiada por muchos y censurada en varios países, la versión original de Escupiré sobre tu tumba (1978) era una hija de su época. Filmada en una furiosa Clase B y con enormes influencias de splatter (el cine que tiene como eje la violencia física y es pariente cercano del slasher), Escupiré… contaba la historia de una joven y atractiva escritora que decide pasar una temporada veraniega en una zona rural para terminar su siguiente libro.

Al poco tiempo de iniciada su estadía, un cuarteto de rednecks locales la violan repetidamente hasta darla por muerta. En cuestión de días, la heroína regresa de la tumba convertida una máquina de venganza dispuesta a emplear la Ley del Talión. La película de Meir Zarchi –director y guionista- estaba todo el tiempo over the top, con sus actuaciones de cartón y endeble guión. Pero era brutalmente honesta e irreverente.

Más de 30 años después del estreno de la original –cuyo primer nombre fue El Día de la Mujer- llega esta remake. La película, dirigida por Steven Monroe, pasa más por el lado de una actualización para el gusto del público contemporáneo, como lo hizo Zack Snyder con su El Amanecer de los Muertos (Dawn of the Dead, 2004), dando por ejemplo, la inclusión de novedades tecnológicas (celulares, laptops y cámaras digitales de mano) y la manera en que se ejecuta la venganza de la flagelada muchacha, no siendo así una remake meramente estética como lo fue La Masacre de Texas (2003).

Si bien el guión no es el punto fuerte de ninguna de las dos versiones, esta segunda es un poco más interesante debido a algunas razones: el escarnio de la protagonista deja de ser enteramente físico –además perdió una cantidad considerable de metraje- para darle lugar (aunque sea un poquito) al maltrato psicológico, algo totalmente ausente en la versión original. Se hace más hincapié en los campesinos –que pasaron de ser 4 a 5, con un sheriff incluido- y su trasfondo, abriendo la cancha al humor negro. Finalmente, y acá es donde se nota más la influencia de Jigsaw, el asesino serial de la saga El Juego del Miedo, las venganzas son (mucho) más sádicas, irónicas, visuales y elaboradas.

Con dos mitades definidas –la segunda decididamente más divertida-, Escupiré… usa el trazo más grueso posible en ambas. La violencia física monopoliza los planos pero lo hace de manera calculada, sin la desprolijidad de su predecesora. Así y todo, esta remake es levemente superior a la original, algo que no suele suceder con las reversiones de los clásicos, o anticlásicos en este caso, del género del terror.