Escuela trashumante

Crítica de Ariel Abosch - El rincón del cinéfilo

A un paraje de Neuquén, aislado de otros pueblos, donde el terreno es árido e inhóspito y el invierno es muy crudo, rodeado de un paisaje desolador, por lo que poca gente se atreve a quedarse allí, `pues la vida es muy dura de verdad, fue el director de éste documental, Alejandro Vagnenkos, a buscar testimonios e información sobre una escuela rural que fue inaugurada en 1911. Tiene la particularidad de que nunca tuvo un alumno egresado, hasta que en 1981 llegó el maestro Pedro Vanrell, en principio fue designado para trabajar en una escuela para adultos, quien se dio cuenta lo que ocurría en esa primaria de Huncal y comenzó a trabajar fuertemente para revertir esa situación.
Con gran esfuerzo, y la colaboración de otros maestros, logró que su proyecto funcione a mediados de la década del ´’80 y no haya más deserciones.
Los problemas de asistencia eran producidos por las inclemencias del tiempo y la crianza de los chivos, actividad a la que se dedica la comunidad mapuche Millain Currical que habita en esa zona.
Pero este maestro, que con el paso del tiempo se había convertido en director, luego de 28 años enseñando en esa institución, se jubiló.
Vagnenkos sigue con la cámara a Pedro en su viaje de despedida de la localidad, y más tarde vemos la asunción de una nueva directora.
El comienzo del relato fue interesante, instructivo, pero luego pierde el espíritu de lo que se quería contar al desviarse del camino original para, en parte, prestarle más atención a una familia determinada, ver cómo realizan las actividades rurales. Además, vemos las reuniones de los padres con las maestras, la parición de los chivos, los movimientos internos de la escuela, etc.
La película está bien narrada, logra pequeños buenos climas alternados con otros más desabridos, tornándose por momentos tedioso.
Lamentablemente, el realizador, al no focalizarse en la idea primogénita de investigar más el pasado de esa escuela y exprimir las anécdotas de Pedro, el film termina siendo una acotada muestra de cómo se vive en la Patagonia Argentina lejos de los grandes centros turísticos, fuera de los intereses reales de los gobiernos de turno, que para subsistir en esos lugares realmente hay que hacer un gran esfuerzo, librados a su propia suerte.