Escape Room: sin salida

Crítica de Laura Pacheco Mora - CineFreaks

Juego de sobrevivientes.

Al parecer, para algunos, el mundo se ha convertido en un lugar demasiado sereno y tranquilo; así, estas personas se embarcan en la búsqueda de algo salvaje y adrenalínico. Para ellas se ha creado este juego cínico y morboso, un espectáculo que intenta rozar la tragedia prefabricada para un público multimillonario y poderoso.

Escape room: sin salida (2019), es un thriller de suspenso, que relata lo que sucede cuando seis personas que no se conocen entre sí, -pero que desean escapar de sus vidas o buscan una solución externa, diferente y arriesgada- reciben misteriosas cajas negras con invitaciones para una sala de escape, con la oportunidad de ganar una suma de dinero tentadora. Cada integrante del juego en cuestión tendrá sus motivos para aceptar el reto. Al estar encerrados en condiciones extremas, descubren los secretos detrás de la sala de escape, reviven sus más íntimos traumas y descubren cuál es el nexo que existe entre ellos: Escape room – Sin salida: Juego de sobrevivientes 3deben luchar para sobrevivir y encontrar una salida, tópico muy recurrente en la actualidad.

El director Adam Robitel juega con atmósferas extremas sin dejar de lado un manejo de las escenas de suspenso que mantienen al espectador atento al desenlace en todo momento. La escenografía y fotografía acompañan el buen manejo de los efectos especiales para lograr una ambientación creíble. Las actuaciones resultan correctas y acompañan al desarrollo del film de forma apropiada. Desafía de forma permanente los sentidos de los participantes, con pruebas que los empujan más allá de sus límites y de su resistencia psíquica, consiguiendo una tensión constante entre ellos.

Si bien el guion es débil y predecible, para el público amante del género la película resultará entretenida (aunque cuente con todos los clichés esperables y un final abierto).

Cierto sector de la sociedad norteamericana es adepto a este tipo de cine con temáticas basadas en el morbo de los poderosos, frente a la debilidad de la mayoría, que, sin embargo, se verá tentada a participar de su juego a partir de un señuelo que casi siempre se traduce en una recompensa económica. Aquí es donde se refuerza el postulado hegemónico de quién es “el jefe”-dueño de nuestros secretos-, con una clara alusión al dominio de la información de bases de datos a través de las redes que pululan en internet.