Escape imposible

Crítica de Martín Torres - Fuera de campo

Ray Breslin es el Houdini de las prisiones, no existe barrote que se le resista y por eso se dedica a autointernarse en las cárceles más seguras del continente para escapar y demostrarle a sus guardianes las fallas de las mismas. Pero por sobre todas las cosas, Ray Breslin es Sylvester Stallone, y eso dice muchísimo. Luego de verse traicionado y forzado a alojarse en la prisión más remota y segura del mundo conocerá a Emil Rottmayer. Y Emil Rottmayer es Arnold Schwarzenegger, lo cual dice otro tanto sobre lo que veremos.

Como no podía ser de otra manera, absolutamente todos los componentes de las películas de presos dicen presente: la jaula de aislamiento, la rivalidad entre pandillas, el alcaide que se opone al preso "héroe", las reyertas en el comedor y por supuesto el inminente plan de escape. Con este mecanismo el guión propone una rítmica irregular con un primer acto que parece precipitarse hacia el desarrollo principal del film que naturalmente ocurre en esta supuesta cárcel de máxima seguridad inquebrantable. Y una vez que se llega a ese punto la trama avanza en piloto automático con todos los elementos típicos que se puede (y debe) esperar de una película cuya dupla protagonista está conformada por los dos máximos exponentes del cine de acción de los últimos 30 años.

Ahora bien... si se comete el error de reparar y analizar mínimamente la trama, será muy fácil advertir una cantidad rebosante de huecos narrativos, conflictos sin resolverse y giros injustificados en detrimento de una lluvia de balas que se hace presente en el tramo final. Pero también se hace evidente que tanto Stallone como Schwarzenegger se la estaban pasando en grande mientras realizaban esta película. El ex governator se la pasa insultando en alemán y haciendo gestos y muecas a las cámaras que los vigilan en la prisión, mientras que Stallone, un poco más medido y con su característico vozarrón, entrega lo mejor de si mismo: piñas y patadas por doquier. Llama un poco la atención ver entre el cast al siempre querible Sam Neill que en esta ocasión parece completamente desaprovechado y hasta aburrido.

Para disfrutar de Escape imposible el espectador debe estar dispuesto a comprar exactamente lo que dos nombres de la talla de Stallone y Schwarzenegger pueden vender. Se trata de un vehículo de lucimiento forzoso cuya calidad fílmica roza el cine de clase B en varias oportunidades, pero se alza exactamente como lo que propone: una típica, entretenida película de acción.