Escalofrios 2: Una noche embrujada

Crítica de Emilio Guazzaroni - Cinergia

El monstruo es el tedio

La continuidad de Escalofríos (2015) está a la vuelta de la esquina y esta historia de aventuras fantásticas se vuelve a repetir. Con giros muy similares a la primera, Escalofríos 2 intenta establecerse como una saga cinematográfica. Ari Sandel (Cuando nos conocimos) es el encargado de tomar la posta que dejó Rob Letterman.

La historia se centra en Sonny Quinn (Jeremy Ray Taylor) y su fiel amigo Sam Carter (Caleel Harris). A esta dupla se incorpora la hermana mayor de Sonny, Sarah Quinn (Madison Useman). Los dos niños son los encargados de desechar la basura de la antigua casa que solía pertenecerle a R. L. Stine. En ella encuentran un baúl con uno de sus libros con cerradura adentro. Obviamente la llave está escondida en el mismo baúl y abren el libro. Aparece uno de los monstruos escrito de sus cuentos, el malvado muñeco Slappy (voz de Jack Black), él cuenta con poderes que serán modificados a conveniencia de la trama.

Antes que nada, habría que analizar el por qué de una secuela a Escalofríos. Pareciera ser que en muchas producciones lo único importante es el rédito económico, olvidándose de el contenido cinematográfico. Más allá de ésto, a pesar de no estar “mal”, la película no funciona de ninguna manera. No genera un universo interesante, sino el mismo que el de la entrega anterior, no hay cambios en los antagonistas y el relato se vuelve sumamente predecible.

Las actuaciones están bien, pero no tienen un reto muy grande. El guion explica cada cosa que sucede ante los ojos del espectador, por lo que vuelve el relato un contenido sin sorpresas. Por otra parte, la fotografía y los efectos visuales mejoraron con respecto a la primera. Pero decisiones en el guion siguen empeorando el film, por ejemplo: estableciendo a un único villano, por lo que el resto de los monstruos no tienen peso ni generan inquietudes o que las calabazas cobran vida y de repente tienen alas. También cometen un error en la comedia, ninguno de los gags son divertidos, parecen escritos por una máquina de clichés.

Como broche de cierre, Jack Black prácticamente no aparece (a pesar de hacer la voz de Slappy), al parecer el famoso actor se quiere hacer a un lado de la saga a pesar de interpretar al creador de los libros R. L. Stine.