Esa película que llevo conmigo

Crítica de Gaspar Zimerman - Clarín

Esa película que llevo conmigo tiene puntos en común con otro estreno de esta semana, La casa de Wannsee. Se trata también de la indagación de la directora (Lucía Ruiz) en su pasado familiar, pero en este caso es la indagación sobre las vivencias del abuelo, que de niño debió huir de la España franquista rumbo a Francia, junto a su hermana pero separado de sus padres.

El documental está narrado por la voz de la propia Ruiz como una carta de amor a ese abuelo que murió sin haberle contado todas sus vivencias. De todos modos, una vieja entrevista a él, así como charlas con el padre, la abuela y una tía abuela de la directora, forman parte de la columna vertebral de la película.

Que por momentos pierde de vista al espectador y hace una tan pormenorizada como abrumadora reconstrucción del árbol genealógico: sin dudas un valioso trabajo para los Ruiz, pero sin mayor interés para quien no forme parte de la familia. 

Lo más atractivo llega cuando la endogamia queda atrás y se abordan sucesos históricos, como los ocurridos apenas triunfó el franquismo, y las vivencias de algunos “niños de la guerra”, como se conoció a los hijos de republicanos exiliados. O los testimonios sobre la vida de los inmigrantes apenas llegaban a Buenos Aires en los años '40.