Esa mujer

Crítica de Carolina Taffoni - La Capital

El director chino Jia Zhangke (“Plataforma”, “Naturaleza muerta”, “Lejos de ella”) regresó con otra película notable. “Esa mujer” es una historia que se desarrolla en varias capas: es un filme de códigos de gángsters, es el melodrama de una pareja a través del tiempo y también es el reflejo de un país tan cruel como fascinante. La primera escena nos ubica en 2001 en Datong, un pueblo minero a punto de desaparecer. Bin y su novia Qiao (la talentosa actriz Zhao Tao) regentean un lugar de apuestas clandestinas y forman parte de una suerte de mafia local. Cuando una banda rival los ataca en la calle, ella defiende a su novio con un arma ilegal y cae presa. Pero lo hace para no delatar a Bin, el verdadero dueño del arma, que sólo cumplirá una condena menor. Después de pasar cinco años en la cárcel, Qiao sale y se da cuenta de que está sola en un país que ha cambiado rápidamente. Con pocas palabras y hechos concretos, la protagonista emprende entonces un viaje que está más cerca del aprendizaje y el resurgimiento que de la venganza.

   “Esa mujer” indaga en temas complejos como el espíritu de supervivencia más allá de la moral y el misterio del amor incondicional, ese que atraviesa el tiempo y todo tipo de diferencias. Y en paralelo refleja la historia reciente de China, un monstruo que avanza y gana posiciones en los mercados mientras su población se hunde en la pobreza y la desesperanza.