Ernesto Sábato, mi padre

Crítica de Carlos Herrera - El rincón del cinéfilo

Un padre no sólo admirado por su hijo

Mario Sábato tiene una extensa como heterogénea filmografía, que incluye telefilmes, meros entretenimientos, musicales ligeros con cantantes de moda y también la profunda y casi hermética “El poder de las tinieblas” (1981). Para su obra comercial número diecisiete abordó el documental y nada menos que con la figura de Ernesto Sábato, su padre, el escritor argentino de fama mundial.

A lo largo de una hora y media cuenta la vida de su padre sin esquivar, como ya lo indica desde el título, su situación de hijo del protagonista, y así se comienza escuchándolo como narrador y luego se lo ve en la pantalla como el “contador” de sucesos de la vida de don Ernesto de los que él también participó, alejándose de la biografía lineal para adentrarse en el ser humano que ama y es amado, que escribe y es leído, que habla y es escuchado. La admiración de éste hijo por su padre es evidente, la transmite en cada minuto de la proyección, y también minuto a minuto el espectador percibe la enorme influencia que el padre tiene sobre el hijo en todos los aspectos.

El guión está armado, no podía ser de otra manera tratándose de la vida de un escritor, como capítulos con temas independientes pero que se entrelazan y se logra de esta manera buen ritmo y fluidez narrativa. Esta realización también está conformada por fragmentos de preproducciones con el mismo tema que hicieron entre padre e hijo hace algunos años.

De manera sorpresiva, el realizador intercaló escenas de su primer cortometraje basado en la primera novela exitosa de Ernesto Sábato, nada menos que “Sobre héroes y tumbas” a la que quitó del título la palabra “sobre”. Este corto lo realizó en 1962, y sus personajes fueron interpretados por Egle Martin, Tony Vilas y Ernesto Bianco, famosísimas estrellas de esa época, un elenco de lujo para un muchacho de diecisiete años que debutaba como realizador.

Además forman parte de este documental escenas de la obra cinematográfica de Sábato hijo, “El poder de las tinieblas” (1979) también basada en una obra de su padre, el capitulo “Informe sobre ciegos” de la novela “Sobre héroes y tumbas”, con la actuación magistral de Sergio Renán.

Hay testimonios de la vida del protagonista, pero en realidad tanto China Zorrilla y Magdalena Ruíz Guiñazú cuentan anécdotas y situaciones que pintan su personalidad, a Mercedes Sosa se la ve y escucha cantándole “Romance por la muerte de Lavalle”, mientras que la participación de Alejandro Dolina deja al espectador con la sensación de haber escuchado un discurso ligeramente “chupamedias”.

A Ernesto Sábato se lo consulta y se lo escucha respetuosamente sobre su opinión en diversos temas del quehacer nacional, aunque por lo que se ve en este documental sus nietos no están entre la mayoría de los argentinos que consideran que se trata de un personaje indiscutible.

Este realizador no puede ser objetivo con la figura que tomó para contar su vida, pero no cae en el “vean que mi papá es bueno”, se esfuerza y logra por medio, como se señala más arriba, de narrar anécdotas, mostrar escenas familiares filmadas en el soporte Super 8 y fragmentos de conferencias y reportajes de Ernesto Sábato que el espectador llegue a esa conclusión. Pero lo más destacable, y aquí puede estar el mayor de los valores de esta obra cinematográfica, es que el mismísimo escritor cuenta de qué manera escribe y hay que escribir, y lo hace en el contexto de su propia historia, con este sutil mensaje el espectador verá facilitada la lectura, o relectura, de sus obras literarias, al comprender, por qué creó a cada uno de los personajes y las situaciones que desde la ficción les hizo vivir.