Entre tragos y amigos

Crítica de Agustina Tajtelbaum - Toma 5

“LES AVANT-PREMIÈRES 2015”: “ENTRE TRAGOS Y AMIGOS” DE ERIC LAVAINE (2014)

Antoine (Lambert Wilson) es el maestro de ceremonias de un grupo de amigos de toda la vida que atraviesan una crisis de la mediana edad. Después de haber llevado una vida sana por cincuenta años, sufre ni más ni menos que un ataque al corazón y esto lo lleva a ver las cosas de otra manera. Decide dejar su trabajo en la empresa de su padre, viajar, fumar, comer y beber sin culpa y también encontrar nuevos amigos. Comienza a vivir su vida sin preocuparse tanto por ella. Cuando empieza a divertirse también es que se da cuenta cuánto le aburre la rutina de su grupo de amigos, dando inicio a la practica de una honestidad brutal.
Unas vacaciones todos juntos, sin hijos y en un lugar aislado serán el momento perfecto para que la gran bocota de Antoine desestabilice una amistad cuyos engranajes funcionan igual desde hace mucho tiempo. Con él como disparador, no es el único al que le pega la crisis del medio siglo. Tenemos, por ejemplo, a Baptiste (Franck Dubosc) y Olive (Florence Foresti), que acaban de divorciarse pero comparten los mismos amigos. Y así cada uno tiene su rol, el típico de los problemas financieros que le oculta a su esposa, la pareja que nunca se calla, o el que no le fue tan bien en la vida ni tiene tantas luces. De este modo, aunque Antoine es el director, todos funcionan como una orquesta cuyo objetivo es retratar la crisis de los cincuenta.
Aunque las situaciones que relata la película pueden ser trilladas, funciona correctamente. El espectador puede sentirse identificado y reírse tanto de los personajes como de sí mismo, a veces con un pelín de incomodidad. Aunque tiene algunos momentos de drama, afortunadamente quedan oxigenados por la risa. Es para destacar que esto proviene del sentido de la narración de reírse de la desgracia ajena (y propia). Contado de otro modo podría haber sido un drama lacrimógeno y a nadie le parecería extraño. Lo único que no está aprovechado al máximo es el escaso protagonismo que tienen los hijos en las crisis de sus padres, despertándonos una curiosidad por saber más de ellos.
La dificultad de la película es el poco atrevimiento que tiene para salirse de los estereotipos de los personajes. Es un grupo de amigos desintegrado por la fricción, con un personaje destacado elegido para revitalizar esa amistad. Habrá por supuesto un momento inevitable de explosión de las verdades, con una resolución agradable pero que se siente un poco forzada. Los chistes no son muy sofisticados pero tampoco de un humor simple y tonto. Destaca la cercanía, la complicidad y la empatía con cualquier espectador que disfrute la compañía de un grupo de amigos de muchos años; con el extra de provocar unas cuantas carcajadas descontracturadas.

Agustina Tajtelbaum