Entre navajas y secretos

Crítica de Ezequiel Boetti - Página 12

"Entre navajas y secretos", el placer de un buen enigma

Con el punto de apoyo fundamental de un guón preciso y sin costurones, Rian Johnson dirige un típico film de "quién lo hizo" distinguido por un elenco formidable.

El viejo y querido whodunit está más vivo que nunca. Inmortalizado por Agatha Christie en sus relatos articulados alrededor de la búsqueda del autor de un crimen con innumerables sospechosos, este subgénero policial vuelve a los primeros planos de la pantalla grande con Entre navajas y secretos, filmada por ese nuevo niño mimado de Hollywood -dirigió el Episodio VIII de Star Wars y ya está contratado para una nueva saga de tres spin off- llamado Rian Johnson. Y protagonizada por un grupo de reputados actores y actrices de todas las generaciones que podría disputarle el premio a elenco del año a El irlandés: la nómina incluye al veteranísimo Christopher Plummer (cumplirá noventa pirulos este viernes), Jamie Lee Curtis, Don Johnson, Toni Collette, Chris “Capitán América” Evans, el siempre retorcido Michael Shannon y un Daniel Craigdevorado por su porte jamesbondiano. Un casting de estas características es el primer gran acierto de la película, en tanto el whodunit se caracteriza por una multiplicidad de personajes con peso en el relato que, al tener caras familiares, favorece al seguimiento de las innumerables vueltas de tuerca de un guion pensado hasta el último detalle.

Lo de “último detalle” no es hiperbólico. Al menos en una primera mirada -probablemente la percepción cambie ante el hilado fino de una segunda- no aparece fisura alguna en el entramado argumental, así como tampoco resoluciones hechas al voleo o sacadas de la galera. Lo que habla de Johnson como un guionista que evita la tentación de salir por arriba del laberinto de interés cruzados, saltos temporales y constantes cambios de puntos de vista entre esos hombres y mujeres que podrían o no estar mintiendo para salirse con la suya. Porque –regla básica del género– a medida que avance el metraje se descubrirá que todos los integrantes de la familia Thrombey (hijxs, nietos, yernos, nueras) tienen algún motivo para deshacerse del escritor Harlan (Plummer, que desde Todo el dinero del mundo es la encarnación perfecta del patriarca millonario), quien aparece con la garganta chorreando sangre en su habitación a la mañana siguiente de la fiesta de su cumpleaños 85.

En juego hay unos cuantos millones de dólares, un caserón donde es más fácil perderse que encontrarse y los derechos intelectuales de su vastísima obra, entre otros elementos que sacarán a la luz las peores miserias familiares. A la manera de la serie Succession, esto abre las puertas a una observación no exenta de cinismo de las peores miserias de la clase alta cuando hay dinero de por medio. Sin embargo, por la disposición de la sangre y la ausencia de evidencia concreta, todo indica que se trató de un suicidio. Pero, ¿por qué se mataría alguien que no había dado indicio alguno de su decisión? Eso es lo que intentarán develar dos policías, uno de los cuales, fascinado con la obra de la víctima, operará como notable comic relief de una película que pisa con firmeza el terreno policial pero sin descuidar el de la comedia. Como guía fungirá Benoit Blanc (Craig actuando en modo parodia), un detective privado que huele desde el minuto uno que nada es lo que parece. Empezando por el hecho que lo contrataron de manera anónima, dejándole un sobre lleno de billetes en su casa.

Nominada a tres Globos de Oro, entre ellos el de Mejor Película – Comedia o Musical, Entre navajas y secretos entraña una complejidad nodal a la hora de escribir sobre ella: es muy difícil hacerlo sin caer en el tan mentado spoiler. Solo se dirá que habrá innumerables interrogatorios a cargo de un Blanc atento al mínimo detalle, versiones coherentes aunque con retaceos informativos y una chica latina (la cubana Ana de Armas) que supo ser la cuidadora de Harlan y, si bien no asoma como sospechosa por la ausencia de intereses en esa muerte, da toda la sensación que no dice todo lo que sabe. A partir de esos elementos Johnson construye una película que combina la intriga con la sátira, lo detectivesco con lo lúdico, la mirada social con el placer de un cuento muy buen contado.