Enterrado

Crítica de Martín Fraire - País 24

Atrapado ¿sin salida?

¿Puede sentirse atraído el espectador por una película con un solo personaje, una única escenografía y una puesta en escena que desafía a los denominados tanques hollywoodenses? Pues sí, y la respuesta se encuentra en Enterrado.
Porque si hay algo que identifica a esta coproducción española y estadounidense es que el equipo de trabajo (conformado en su mayoría por ibéricos) verdaderamente cree en el proyecto. Y se nota. ¿De qué otra manera puede uno disfrutar de una propuesta cuya composición suena más teatral que cinematográfica? Sólo a través de una delicada utilización de todas las partes que la componen.
La cosa es así. Ryan Reynolds es Paul Conroy, un camionero norteamericano que viaja a Irak para trabajar con una gran empresa transportista. Luego de sufrir un ataque junto a sus compañeros, despierta en un viejo ataúd de madera sólo con un encendedor, un teléfono celular y una petaca. Tras comunicarse con sus agresores (¿terroristas? ¿bandidos?), deberá conseguir una cuantiosa suma de dinero antes de un tiempo estimado, o será abandonado a su suerte. Y allí comenzará un desafío a contrarreloj.
A partir de la relación entre encierro e incertidumbre, el film bien podría ser comparado con El cubo, las dos primeras El juego del miedo, su compatriota Rec o incluso con Enlace mortal. Sin embargo, todo aquí es más diminuto, más oscuro y más desesperante. Porque si la sensación de claustrofobia pasaba a ser el miedo principal de los personajes en otro tipo de propuestas similares, aquí la carrera contra el tiempo y la tecnología (la batería del celular y la llama del encendedor amenazan con liquidar la última esperanza del personaje) son los principales enemigos.
Y allí vuelven a surgir las partes de ese todo, cuando desde la butaca se transpira ansiedad y desesperación. Porque comprendemos que nos dejamos llevar por el juego que propone el director español Rodrigo Cortés (1973, Ourense, España), al punto de pensar cómo podemos ayudar a ese Paul que Reynolds interpreta magistralmente.
Otra vez volvemos a recordar que lo único visto es un hombre en un ataúd, pero ya no importa tanto, porque la prioridad es la misma que la del personaje: descubrir qué sucede. La perfecta relación entre la oscuridad del cajón y la negrura de la sala nos demuestran que compartimos algo más que su historia: nos identificamos con ella.
Las llamadas en espera, la tecnodependencia, los abusos de las empresas, la victimización de una guerra que nunca se sabe si es propia o ajena: todo está presente, dispuesto de manera inteligente por el guionista Chris Sparling y mejor explotado por Cortés. Por supuesto, en el medio, algunas elecciones desatinadas dejan entrever que la cinta no es perfecta, pero aún así cuenta con muchísimos más méritos que fallas.
Enterrado no deja de ser una película cuyo hitchcockiano formato (tensión con pocos elementos, hombre común puesto en situación extrema) se transforma en uno de los títulos más interesantes de esta temporada, todo un ejercicio narrativo y una experiencia por demás interesante para dejarse seducir.