Enter the Void

Crítica de Rodrigo Chavero - El Espectador Avezado

Es sabido que hay directores que se destacan por crear sus universos, provocando y modificando las tradicionales reglas de la cinematografía. Sus personales trabajos, en general, son controversiales y muy discutidos por críticos y público en todo el mundo. Ya saben, desde Apichtpong Weerasethakul (quien me provoca sueño, con sólo evocarlo) a Lars Von Trier, hay muchas figuras (se me viene a la cabeza Shinya Tsukamoto inmediatamente) que son considerados directores "de culto" porque su enfoque al rodar es único y alejado de las convenciones. El hombre detrás de "Enter the void", es uno de ellos.
Gaspar Noé, hijo de un afamado artista plástico, tiene la destacada habilidad para combinar esa veta que es natural en él (el trabajo con la imagen), para recrearla en historias fuertes en las que los excesos están a la orden del día. El hombre busca conmover, desestructurar y mostrar su percepción de las cosas. Puede gustar o no, pero hay que reconocer que ese "salirse del camino", lo transformó en figura pública y además lo fue acercando a un público más desinhibido y abierto que sigue sus producciones con devoción. En lo particular, me parece que tiene muchas ideas claras en cuanto a cómo encuadrar, lo que quiere contar y bastante más sobre cómo presentar su material para perturbar al espectador.
"Enter the void" ("Entrar en el vacío"), es un film oscurísimo, violento, transgresor y sorprendente. A todo nivel, desde su fotografía (original y vistosa, a pesar de parecer borrosa!), la estructura temporal con la que juega (va, viene, se proyecta o desvanece, alucina, etc) y la intensidad de lo que pretende mostrar. Tiene fallas, algunas muy pronunciadas (dura una hora por lo menos más de lo que cualquier puede soportar, hay inconsistencias actorales llamativas -quizás por exceso de improvisación-, la repetición de algunos recursos visuales no lo ayudan) pero convengamos que es un film pensado para la controversia y eso lo cumple con creces.
La historia presenta a Oscar (Nathaniel Brown), un joven dealer extranjero.en el imperio del sol naciente... Vive con él su hermana Linda (Paz de la Huerta), quien hace poco arribó al país y trabaja como stripper en un club nocturno. Los dos son huérfanos (sus padres fallecieron en una accidente automovilístico) y crecieron separados el uno del otro, anhelandose verse, por lo que este reencuentro significa mucho para ámbos. La rutina de Oscar es la típica de un traficante, pero en su recorrido habitual cierto día, algo sale mal y cae abatido por la policía en una confusa redada.
De ahí en más, su esencia (por decirlo de alguna manera), sobrevolará escenarios (pasamos de estar detrás del protagonista a una cámara cenital demasiado aérea!) y acompañará a Linda en sus actos, evocando imágenes pasadas que se van ensamblando para brindarle al espectador la información necesaria para llenar todos los huecos de la historia de la manera más singular posible.
Eso sí, Gaspar Noé lo hace a su manera: hay consumo masivo de drogas (y la representación vívida de su impacto en el cerebro), muerte, metafísica (la evocación al Libro de los Muertos es llamativa), aborto, sexo explícito, prostitución, etc etc...

Hasta la hora y media de proyección, el film me gustó. Es más, debo decir que me atrapó la manera en la que el cineasta creó el andamiaje de su trama: si hubiese terminado cuando el reloj rondaba los 90 minutos, hubiese sido una enorme película, sin dudas.
Pero no, suponemos que entusiasmado por la paleta que venía logrando, Noé decidió extender la duración y continuar la historia hasta rozar las tres horas de realización, alargando una historia que ya estaba agotada. Encima, elige mostrarse omnipotente (al mejor estilo "The tree of life") en varias secuencias descolocadas (la pesadilla que Linda tiene con la resurrección de Oscar, por ejemplo) y agota al espectador de tal manera que éste anhela los títulos de cierre para huir de la sala.
Respeto profundamente la propuesta y reconozco que me impactó positivamente, durante la mitad de la cinta. De ahí en más, la sufrí, a todo nivel.
Controversial, áspera, física, exótica y recargada, así es "Enter the void". Está en vos, decidir verla o no. Creo que es una experiencia que vale la pena, con todos sus excesos.