Enter the Void

Crítica de Mauro Jacobo - Cinélico

El Hongo de la Vida

"Enter the Void" es lo último del director argentino radicado en Francia, Gaspar Noé. Película difícil de ver por el cruce de conceptos sobre lo que uno considera cine y lo que pone en pantalla el director. Una de la 1ras escenas es parecida a la del Big Bang de "El Árbol de la Vida" pero versión drogona y morbosa, cuestión que creo yo, describe en pocas imágenes lo que Noé está tratando de hacernos ver.
Me encanta que me provoquen en el cine, que me hagan pensar, incluso sentirme incómodo si es necesario para ver un punto de vista distinto, pero esa provocación que busco debe ser desde lo intelectual y lo visual, ambas herramientas como disparadores de la mente. Noé se olvida de la cabeza y trata de horrorizar con lo visual, maravillosamente filmado, pero con una mala leche increíble que provoca mucho rechazo, no por lo fuerte, sino por el intento de menospreciar la inteligencia del espectador. Me hace acordar a aquel capítulo de Los Simpsons en el que Homero comienza a dedicarse al arte, habiendo creado accidentalmente una obra que en realidad era un asador mal armado. Llega una fulana snob y de repente lo convierte en el artista del momento por algo que en realidad es absolutamente torpe. Con "Enter the Void" parece suceder algo muy parecido, como mostrar una pareja haciendo el "perrito" mientras su hijo de 8 años observa pensando que es artístico, o filmar una escena de conversación entre 2 drogadictos como si fuera un ensayo filosófico fundamental sobre la vida. Para mí no es arte, es torpeza.
Que el tipo es un prodigioso de la cámara no hay dudas, que provoca y se sale de la línea habitual del cine tampoco, pero a veces esto no basta para ser un buen cineasta. No me vengan con el tema de "Irreversible", sí, fue una muy buena película de Noé, pero eso no basta para ganarse el título de genio del cine, para eso hace falta constancia y muchos más éxitos de los que ha cosechado hasta el momento.
La vida es una mierda total, una pesadilla, eso nos quiere inculcar Noé a lo largo de todo el metraje, cuestión bien incoherente viniendo de alguien que disfruta de ella como pocos privilegiados tienen la suerte.