Enter the Void

Crítica de José Luis Cavazza - La Capital

Para bien o para mal las películas de Gaspar Noé son inolvidables. Pasó con “Irreversible” y ahora ocurre con “Enter the void”.

Oscar y Linda son dos hermanos huérfanos que sobreviven en Tokio como pueden: él es un yonki convertido en dealer y ella trabaja como striper. Tras uno de sus "viajes de ácido" el chico sale a la calle y muere de un balazo policial. Desde hace algunos días estaba leyendo “El libro tibetano de los muertos”. Tras la muerte, el espíritu, alma o lo que sea de Oscar deambulará por las alturas de una Tokio psicodélica, como siguiendo las páginas del libro que estaba leyendo.

A partir de una narrativa cinematográfica tan espectacular como original, Noé creó en este filme no sólo un lenguaje visual fuera de lo común sino una experiencia mística controvertida y osada. Es decir, esta vez no sólo se trata de fetichismo y cine presuntuoso; Noé se puso sensible además de provocador, explorando el mundo espiritual, la muerte, las pérdidas, además de los viajes alucinógenos —del plano terrenal al “vacío”, del color intenso a la nada— que, al mismo tiempo, pueden ser vistos como viajes astrales, una especie de periplo desde la muerte a otro tipo de vida.

La narración —vemos todo lo que sucede a través de los ojos del protagonista durante algo más de dos horas y media de película, movimiento de párpados incluido— puede resultar desagradable a más de un espectador pero "Enter the void" es ciento por ciento cine, de eso no caben dudas.