Enter the Void

Crítica de Daniel Celina - ZonaFreak

Podemos pasar un tiempo extremadamente largo intentando descular con entusiasmo las virtudes técnicas de casi todas las escenas de Enter The Void, pero lamentablemente no podemos dedicarle la misma cantidad de tiempo a hablar de su relato, de su cuento, de su historieta.

A las películas de Noé se las recuerda por sus letanías más crudas:

1) "La de la patada en el vientre a la gorda embarazada"
2) "La de la violación de 10 minutos a Mónica Belucci"

Ahora corremos el riegso de que Enter The Void sea mencionada en las charlas del futuro como "La del garche filmado desde adentro", ó "La del plano secuencia del aborto", dependiendo del insoportable círculo donde se desarrolle la verbena.

Cabe destacar lo de la secuencia de sexo interno, y no por que se trate de una auténtica proeza de prótesis plásticas -que cinco ó seis boludos intentarán destruir con intrascendentes vermouths de especialista- si no mas bien por que la cámara está ubicada en el hipotético útero de Paz de la Huerta, una actriz preciosa con unas tetas imposibles que aquí oficia de hermana del muchacho dealer que se muere y la vigila desde arriba, observando todos sus movimientos.

Los movimientos de Paz -lamentablemente- son en su mayoría tristes, de mal rollo, de purificación a través del dolor (concepto que de tan recurrente en el cine serio europeo ya empieza a resultarnos figurita repetida), de boliches nefastos llenos de nada y de dioramas fluo-fluo que en lugar de hacernos sentir niños nos hacen sentir gusanos con anfetamina.

No hay nada de malo con el dolor y con lo sórdido, mucho menos con la paja eterna. Lo que puede llegar a incomodarte no radica en el aborto en primer plano si no en la falta de palanca que lo sustente. La historia no camina. Flota, como el muchacho en pena que sobrevuela a su hermana descontrolada. El problema es que si te aburrís no podés agitar tus alas de angelito hacia otra dirección: Estás condenado a ser el mirón privilegiado de una noche fea en la que tu hermana transcurre un rosario de momentos desafortunados. Si ese plan te convence, adelante. A Manohla Dargis le encantó. Además vas a recibir una dosis formidable de diseño sonoro japonés a cargo del bestia Ken Yasumoto. La película es una delicia de frecuencias, de arriba a abajo. Inusual este trato tan privilegiado a los hertz.

Íbamos a decir que la secuencia de créditos es linda y efervescente, pero la verdad es que se la robó a Godard. Íbamos a legitimar Enter The Void comentando que se estrenó en Cannes, pero TODAS las películas de Noé se estrenaron en Cannes. El tipo hace una película y la estrena en Cannes, así sin más. Y probablemente desayune croissants con Lucile Hadzihalilovic. Beneficios de radicarte en Francia y transgredir.

Si Gaspar dirigiera films aquí, estrenaría en el Gaumont.
Es la única conclusión sincera que podemos realizar a esta altura.