Enseñanza de vida

Crítica de Pablo E. Arahuete - CineFreaks

Moralina barata y perfume francés

¿Qué puede tener de interesante la historia de una adolescente de colegio privado inglés, estudiosa y de su casa, que allá por los años 60 conoce a un hombre y da un mal paso? La pregunta más que un interrogante es retórica porque no hay otro atractivo –aunque lo de atractivo es un eufemismo- en esta tibia película inglesa dirigida por la danesa Lone Scherlig, sobrevalorada en demasía

Enseñanza de vida (título local para An education) nos muestra de una manera demasiado elemental la conflictiva relación entre dos ámbitos: la escuela de los libros y la escuela de la vida a partir de un nexo en común, en este caso su protagonista Jenny (Carey Mulligan, nominada al Oscar).

A sus 16 años, como toda jovencita de su edad, la muchacha que vive con sus padres en los suburbios londinenses pretende vivir otra vida que la que le toca en suerte, distante de aquella que se le presenta en el claustro educativo donde se prepara para poder ingresar a la Universidad de Oxford en la carrera de Literatura Inglesa. Más que un anhelo lo de Jenny obedece exclusivamente al mandato paterno (Alfred Molina en el rol de padre). Este considera la educación de su hija como parte de una inversión y la garantía de un éxito futuro. Sin embargo, entre traducciones de Virgilio, interpretaciones de la obra de Shakespeare y un compendio de reglas estrictas aparece en la vida de la muchachita un hombre con aires de bohemio y bon- vivant (Peter Saasgard) quien la deslumbra y la introduce en un mundo rodeado de cuadros, jazz, lujos y buenos restaurantes.

El resto no hace falta contarlo dado que no hay nada novedoso, ni siquiera en una vuelta de tuerca previsible, para remarcar de un relato bastante anodino que busca desesperadamente contagiarse del espíritu de los 60; del cine de la nouvelle vague en sus comienzos y de la frescura de cualquier comedia teenager pero sin lograr arribar a ninguno de estos objetivos y lo que es más grave aún revestido por un manto de moralina y corrección política alarmantes.

Con esta película recientemente nominada al Oscar en varias ternas (incluida la de mejor película) y, basada en las memorias de la periodista Lynn Barber, uno como espectador experimenta en los primeros minutos algo así como un romance idílico en perfecta sintonía con el que vive la protagonista. No obstante, luego de un lapso breve le sucede lo mismo que a ella: esa perfecta conexión se desvanece en un abrir y cerrar de ojos con un ligero sabor amargo que perdura en el paladar y solamente puede ser saciado con una sobredosis de buen cine y pochoclos.