Enseñanza de vida

Crítica de Beatriz Molinari - La Voz del Interior

La decisión de Jenny

En el umbral de la vida universitaria, una joven enfrenta el mandato familiar y hace honor a los prometedores años de 1960.

Basada en un relato autobiográfico, Enseñanza de vida traza el recorrido conflictivo de Jenny, la adolescente que entra al mundo adulto por la vidriera más prometedora.

Jenny (Carey Mulligan) vive en los suburbios de Londres; sueña con París; adora las canciones y películas francesas y fuma a escondidas. Ella se esfuerza para calificar como estudiante de Oxford bajo la vigilancia sofocante de sus padres. Pero afuera hay un mundo que ha estallado y al que ella desea pertenecer. Es 1961 y para una chica inteligente, el latín y la educación victoriana suenan a eterno aburrimiento. El relato de iniciación comienza cuando Jenny conoce a David (Peter Sarsgaard) un hombre joven, que rompe el cerco conservador de la casa y le descubre Londres, el jazz, las subastas de arte y el glamour a bordo de su Bristol color borravino.

Carey Mulligan controla su personaje de chica encantadora y rebelde. La rodean Alfred Molina, impecable en el rol del padre; Emma Thompson, la directora de la escuela; Olivia Williams, como la profesora que ve cómo el camino de Jenny peligra, y Peter Sarsgaard, en el papel del seductor patológico.

Enseñanza de vida plantea el espíritu de época como escenario para la historia de Jenny y David, que se disfruta por los apuntes costumbristas, la fotografía y el nivel actoral, pero, el planteo va perdiendo paulatinamente complejidad. La adolescente tiene que elegir entre Oxford o el casamiento, dilema que refleja un mandato social que en la película aparece esbozado. La tentación del mundo sin restricciones choca con los consejos de la profesora pero hay cierto apuro por cerrar el conflicto que se desarrolla ante los ojos del espectador. Así, se desaprovecha el filón riquísimo sobre educación sentimental y liberación femenina. Queda en el aire el envión feminista que proclamó la necesidad de que las mujeres entraran al mundo por sus propios medios, cita obligada a la adorada Virginia Woolf.