Encandilan luces, viaje psicotrópico con los Síquicos Litoraleños

Crítica de Gaspar Zimerman - Clarín

Curuzú Cuatiá, “la Liverpool del chamamé”, también dio a luz a una de las bandas más insólitas y desconocidas de la escena under nacional: Los Síquicos Litoraleños. Disfrazados con túnicas, sombreros, pelucas y barbas postizas, estos desacatados tocan algo que podría definirse como chamamé psicodélico y que Encandilan luces intenta desentrañar.

Alejandro Gallo Bermúdez reconstruye la historia de la banda a través de viejas grabaciones caseras, el registro audiovisual que él mismo hizo de una gira del grupo por Europa, y el testimonio de diversos expertos en el tema, como los periodistas Humphrey Inzillo o Jorge Fernández, los músicos Dick El Demasiado o Alan Courtis y hasta un supuesto biógrafo de la agrupación. Como para mantener el aura de misterio, los propios involucrados no hablan, y eso hace que nunca dejemos de preguntarnos cuánto de falso y cuánto de real tiene este documental.

Porque lo que se ve -y se escucha- es tan delirante que cuesta admitir su veracidad. “Ni ellos saben lo que tocan”, dice alguien. “Llevan al chamamé a un lugar extremo, de psicodelia y ruidismo”, arriesga otro. Se habla de un “sonido chipadélico” y alguien da una definición destinada a volverse leit motiv: “Son el Pink Floyd de los pobres”.

Mientras, vemos presentaciones del grupo en diversos antros, una aparición en Peter Capusotto y sus videos, y el repaso por algunas anécdotas más o menos graciosas, como la vez que perdieron sus instrumentos y encontraron hongos alucinógenos, o su enfrentamiento con otro músico curuzucuateño, Cristian Osorio.

Su originalidad y desparpajo hacen de Encandilan luces toda una experiencia, aunque llega un punto en que la sorpresa desaparece y el chiste empieza a repetirse hasta el punto de gastarse, dejándonos con la sensación de que vimos una humorada que llegó demasiado lejos.