En trance

Crítica de Jorge Luis Fernández - Revista Veintitrés

Terapia de grupo

La voz en off de Simon (James McAvoy) explica el procedimiento en las casas de subastas para evitar el robo de una pintura; entonces, un grupo liderado por Franck (Vincent Cassel) irrumpe en pleno remate de “El vuelo de las brujas”, de Goya y, tras un fallido intento de Simon, se lleva el botín. Pero al abrirlo, de vuelta del operativo, resulta que el lienzo fue extraído del marco. El sospechoso es, claro, Simon, que en realidad trabajaba para el grupo y no recuerda dónde ni por qué lo escondió. Sí, es un inicio rebuscado, pero no es nada comparado a lo que sigue. Porque para que Simon recupere la memoria, supuestamente perdida por un golpe en el operativo, Franck lo lleva a consultar una hipnotizadora (Rosario Dawson) que de a poco irá desorientando a todo el equipo. Como David Fincher, Danny Boyle es heredero del thriller hitchcockiano vía Brian De Palma, y al igual que Fincher, su técnica impecable, por momentos apabullante, tiende a sofocar las mejores ideas. En trance tiene mucho en común con Femme Fatale. Al igual que en el film de De Palma, protagonizado por Rebecca Romijn y Antonio Banderas, la mujer tiene una presencia dominante; su sexualidad es el cebo para los demás personajes y, en consecuencia, para la evolución de la trama. El film, como muchos de De Palma (quien no hizo más que perfeccionar la tradición noir), mantiene una incógnita que se resuelve en los últimos minutos. ¿Sería más valiosa En trance de no existir antecedentes como Femme Fatale? Y la respuesta es, lamentablemente, no. Porque su gran logro técnico y actoral se desploma ante un argumento confuso, desordenado y, en esencia, absurdo.