En nombre del amor

Crítica de Javier Luzi - Visión del cine

En nombre del amor, una nueva adaptación de un libro de Nicholas Sparks.
Las películas basadas en novelas de Nicholas Sparks (Querido John, Un lugar donde refugiarse, Lo mejor de mi, El viaje más largo, Diario de una pasión -¡y no me vengan con que esa sí es una película rescatable!-) ya son un subgénero en sí. Que no le aportan nada al cine y tampoco, en su origen, tienen nada que ver con la literatura. Vendedor de best sellers que pretende hablar de temas importantes a través de tramas románticas, Sparks se lanza a producir estos filmes que son una pura fórmula con la única intención de seguir haciendo más dinero.

En nombre del amor une a Travis (Benjamin Walker, algo así como el hijo no reconocido de Arjona), un joven ganador y canchero que no desperdicia una sola oportunidad con las chicas pero simplemente por que no ha encontrado aún a su media naranja, con Gabby (Teresa Palmer, portadora de unas ojeras que delatan lo que se le viene como personaje), una joven estudiante de medicina con un novio amable, profesional y bien parecido que la ama y al que ama (al menos hasta ese momento). El cruce y la unión posterior de ambos se da a partir de que son vecinos en un lugar paradisíaco, porque hay un perro dando vueltas por allí y porque el novio amable debe viajar un tiempo por negocios familiares. Los protagonistas discuten desde que se ven y uno ya sabe que terminarán juntos y que aún nos esperan larguísimos 110 minutos para que toda esta pesadilla insoportable y poco creíble termine.

El tema importante acá versa sobre la eutanasia pero sólo para sumar más lágrimas a una soap opera (lo que los yanquis han hecho con la noble telenovela) lacrimógena, cursi y berreta.
Sentimientos de cartón pintado esbozados por actores de madera terciada (salvo Tom Wilkinson que sale airoso de lo que le hacen hacer), vínculos que se esfuman según las conveniencias y convenciones del guión, cuerpos jóvenes desnudos (dentro de lo que la pacatería nos permite) e iluminados como publicidades, bellos paisajes y moralina barata que se quiere hacer pasar por iluminados e imprescindibles consejos para un mundo que adopta la new age como filosofía de vida.

En En nombre del amor se cometen infinidad de tropelías y se perpetran estos esperpentos que dan vergüenza ajena. Menos a los que se llenan de plata con ellos.