En la mira

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Los Angeles, al desnudo

Un policial con Jake Gyllenhaal, en el que el compañerismo y la violencia son los ejes. Cumple el propósito de entretener.

¿Thriller, drama policial o reality show?

En la mira sigue en lo básico a una pareja de policías que patrulla el barrio de Newton, en Los Angeles, y lo hace con cámaras y dispositivos HD colocados en el coche, y hasta en el pecho, cerca de la placa, de Taylor (Jake Gyllenhaal), con el pretexto de que el personaje está haciendo un proyecto de documental.

Esa inmediatez reditúa desde lo formal. Desde el contenido, primero parece un “buddy filme” policial, como Arma mortal o 48 horas, en vez que con un blanco y un negro, con un blanco y un latino. Pero esa camaradería que hace a un buddy film - Una extraña pareja y Butch Cassidy también lo fueron- sobrepasa a la trama, que enfrenta a los oficiales Taylor y Zavala (Michael Peña) con la lucha entre narcos de color y mexicanos.

Se ha dicho que Gyllenhaal y Peña se subieron a patrullar como investigación de sus papeles durante cinco meses. Cuántas veces hemos oído algo similar de otros actores para consustanciarse con lo que les sucede a sus personajes. La cosa es que ese se vea reflejado en la pantalla, y en el caso de En la mira, funciona.

El guionista y director David Ayer había escrito el libreto de Día de entrenamiento, también sobre una pareja de policías, pero con un Denzel Washington corrupto. Aquí se está del lado bueno de la ley, y aunque hay clisés -desde el café humeante hasta las pujas internas entre los agentes-, todo zafa en relación a lo que se quiere contar.

Los policías tienen pareja o familia, se cuidan espalda con espalda. Los narcos hablan soez, son sanguinarios y desprecian la vida ajena. Tampoco es que ofrezca una mirada condescendiente sobre la fuerza policial (esto no es Comandos azules). Hay resentimientos raciales, escenas de violencia como para revolver el estómago y dos actuaciones como las de Gyllenhaal y Peña (de Vidas cruzadas y Fuerza antigángster) comprometidas y que reflejan un compañerismo sincero.

La película abre con una persecución, con la cámara puesta en el patrullero que parece una versión más seria de cómo arrancaba La pistola desnuda. Ciertamente terminará teniendo otra entidad, y otro objetivo. Pero el mismo propósito de entretener, lo cumple.