En la mira

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

El director David Ayer (Los dueños de la calle) sabe de lo que habla, en su filmografía como director y/o guionista cuenta con una cantidad de películas centradas en el mundo policíaco, la labor diaria, el heroísmo y los negocios sucios que la envuelven.
Esta vez se decidió por abordar un proyecto de manera completamente independiente y tratar de filmar una historia decente en el cortísimo plazo de 22 días, el resultado es "En la mira".
El argumento no presenta demasiadas complicaciones, es la rutina de dos policías compañeros y amigos, Zavala (Michael Peña) y Taylor (Jack Gyllenhaall) que van tras una pandilla mexicana; y sobre ese marco lo rodea las charlas de compañerismo, cierta filosofía de barrio, los códigos propios de la profesión, la lealtad al superior, el costado turbio al que se debe acceder para alcanzar un fin, y también la adrenalina diaria en la que estos muchachos se ven inmersos.
El problema es que este recurso solo aporta adrenalina, vértigo, pero poco ayuda al relato quizás desorientando al espectador, de a ratos, a pesar de su sencillez. Será cuando adopte una veta más dramática cuando recupere su fuerza, se encamine y permita el lucimiento de sus actores. Ahí habrá menos desborde técnico, hasta podríamos decir que será más convencional, y sin embargo se convertirá en una película mucho más interesante.

Ayer se encarga con talento de disimular algunos problemas de presupuesto, y lejos de parecer independiente, se ve como un film de primer nivel.

En el conjunto, el costado narrativo sobresale por sobre la mera acción (que además es mostrada de una manera casi desangelada, ajena, como en esos programas de tv), y en el balance, Ayer, que también se encarga del guión (como hizo en la correcta pero sobrevalorada "Día de entrenamiento"), logra una buena construcción de personajes, de fuertes matices, aunque con algunos tópicos trillados o lugares comunes.
"En la mira" intenta ofrecer una mirada distinta sobre la vida de los policías, pero llamativamente pierde encanto cuando se embarca en esta lucha, y lo retomará al mostrarnos lo que ya vimos repetidas veces; que detrás del heroísmo hay otras cosas, y nada es tan simple como se ve. Lo otro, la parafernalia, podrá gustar a los que disfrutan del cine de súper acción actual, ese en el que nada se entiende a propósito, el que confunde emoción con convulsión; para el resto, para los que busquen un contenido, deberán esperar hasta bien entrado el film, pero cuando llega, atrapa.