En la mente del asesino

Crítica de Ezequiel Boetti - Otros Cines

Hechizo del tiempo

El film de Afonso Poyart supera una premisa ridícula a fuerza de su creencia en el poder del relato y grandes actuaciones de Anthony Hopkins y Collin Farrell.

Una buena historia no hace una buena película, pero allana gran parte del camino. En la mente del asesino pertenece, en cambio, a ese grupo minoritario de films con historias ridículas y totalmente inverosímiles que, a fuerza de seguridad narrativa, termina redondeándose en un producto más que atendible.

Dirigido por un tal Afonso (así, sin L después de la A) Poyart, el film comienza con un whodunit clásico: una serie de asesinatos sin conexiones aparentes recae en dos agentes del FBI (Jeffrey Dean Morgan y Abbie Cornish) que, ante la imposibilidad de avanzar con la investigación, recurren a un médico retirado (Anthony Hopkins) después de la muerte de su hija a causa de una leucemia y cuyo principal talento es, a grosso modo, la posibilidad ver el pasado y el futuro de cada una de las personas a su alrededor.

A medida que el trío hile las distintas puntas de la causa y descubra un patrón detrás de los crímenes que los conduzca a un sospechoso con los mismos poderes que el personaje de Hopkins, el film dejará de lado su vertiente policial más cercana a Pecados capitales para convertirse en un thriller con el tiempo, sus cruces y la viabilidad de alterarlo como protagonistas que remite desde Minority Report y Terminator hasta Deja vú. Leído así suena a gran cocoliche y por momentos lo es, pero Poyart hace algo que pocos: cree en lo que cuenta, va a fondo con su propuesta, se toma en serio lo que cuenta sin que esto implique solemnidad o pompa.

Por momentos impredecible pero siempre efectiva, En la mente del asesino tiene además a una dupla actoral en su punto justo, con el circunspecto Hopkins hace la gran Barcelona simplificando lo que a priori era complejo y Colin Farrell luciendo felizmente contenido en un rol que se prestaba para el desborde. El resultado es, entonces, un film dirigido por un realizador que quiso mezclar a Fincher, Spielberg y Cameron, pero le salió una de Tony Scott. Y eso, al menos en este caso, está bien