En guerra con mi abuelo

Crítica de Santiago García - Leer Cine

Robert De Niro nació el 17 de agosto de 1943 en Greenwich Village, Nueva York. Comenzó su carrera en cine en la década del sesenta, ascendiendo a lo más alto en la década siguiente. Sus trabajos junto a grandes directores como Brian De Palma, Francis Ford Coppola y en particular Martin Scorsese lo convirtieron en leyenda. Un gigante entre gigantes. Supo también reinventarse y hacer algunos excelentes roles ligeros, mostrando verdadera versatilidad.

Pero también apareció en películas como En guerra con mi abuelo, un título que nos empuja a recordar todo lo bueno que hizo para no enojarnos con él. La única pregunta que suena en la cabeza del espectador al ver esta porquería es: Por qué Robert De Niro hace algo así? No contesten por dinero, por dinero se pueden hacer películas mediocres, pero no estas cosas insalubres.

Ed (Robert De Niro) ha enviudado. Sus conductas algo alocadas muestran que no está en condiciones de vivir solo. Por eso su hija (Uma Thurman) decide que se mude con su familia. Pero esto provocará que Peter, el nieto de Ed, pierda su cuarto para que lo ocupe su abuelo. Esto desatará una batalla entre ambos parientes testarudos.

La película es una comedia. Al menos eso se deduce de los golpes y porrazos que abundan en esta batalla entre generaciones. Los amigos de Peter y los amigos de Ed (Nada menos que Christopher Walken, Stephanie Seymour y Cheech Marin) son parte de esta guerra. El elenco es de lujo, pero no hay manera de reírse. Todo lo contrario, la película provoca que la cara se petrifique por la ausencia absoluto de gags efectivos.

Al final habrá orden y un final feliz. Pero la mayor felicidad es la de saber que la pesadilla terminó y que nunca más nos volveremos a cruzar con este titulo infame que produce más pena que otra cosa.