En buenas manos

Crítica de Gretel Suarez - Visión del cine

La directora y actriz francesa Jeanne Herry escribe y dirige un drama coral intimista sobre los frágiles eslabones humanos que conforman el largo camino a la adopción de un niñe.
Theo acaba de nacer. Después de dar a luz, su madre biológica le entrega a un programa de adopción. Los servicios de adopción deben encontrar entonces a los que se convertirán en sus padres adoptivos. En el otro extremo, Alice, de 41 años, lleva casi diez años luchando por ser madre. Un grupo de profesionales trabajará para que Theo y Alice puedan reunirse.

El film inicia con un prólogo de secuencia, abriendo con el plano detalle de dos manos que se frotan nerviosas sobre un pantalón mientras una voz femenina, por fuera de campo, anuncia que finalmente le entregarán un niñe en adopción. De ahí corta a un primer plano de Alice, nuestra protagonista «de las manos», quien mantiene un rostro inmutable al recibir la buena noticia, como si su cuerpo no quisiera ilusionarse ante semejante acontecimiento. Dada su no reacción, la mujer le reconfirma que ha sido elegida como madre adoptiva por el Consejo de familia, que ya no hay más pasos burocráticos a sortear y que, entonces, podrá adoptar a este bebé de dos meses y medio llamado Theo. Recién ahí Alice, tomada desde cámara con un primerísimo plano de perfil, esboza una leve sonrisa marcada en la comisura de sus labios, descomprimiéndose y dándole paso al título del film.

A partir de este momento, viajaremos en un gran flashback por el engranaje de historias paralelas que se nos presentan a través de las personas participantes del proceso adoptivo de Theo. Donde madres, padres, familias de acogida, trabajadores de la sanidad, asistentes sociales, psicologxs y administrativxs, denotan cómo esas decisiones que toman en relación a un menor, ya sea individual o colectivamente, afectan o modifican en parte a sus propias vidas privadas.

Pues claramente el título de esta obra resume a la perfección la difícil situación de les trabajadores en relación al peso que trae su decisión como acción modificadora permanente del destino de las vidas que cargan en sus manos y el film da cuenta de ello poniendo en valor individual dicha labor institucional.

Su tono es naturalista, apoyándose en la intimidad sensible de sus personajes como centro y motor del relato, sin dramatizar las subtramas que se atraviesan, girando y confluyendo siempre alrededor del bebé Theo y su devenir como eje central de la trama. Donde la labor actoral acompañada por una precisa dirección de actores eleva la puesta en escena.

Hay un pensamiento que particularmente me resuena en el metarrelato y es que “la maternidad será deseada o no será”, pues mientras viajamos por el proceso previo a la adopción, cumpliendo una serie de requisitos y condiciones junto a les personajes que han decidido ser padres y madres adoptantes en Francia, también vemos a Clara, una joven de 20 años que da a luz y renuncia a su maternidad, decisión que la directora jamás fundamenta alejándonos de las moralinas que atrasan y poniendo el acento en la estabilidad emocional de estas personas que nos interpelan sin disfraces sociales.

Esa sensibilidad del ser, sin discurso, donde les cuerpes se comunican a través de microgestos atrapados por una sensorialidad en la mirada de esta directora, son los que llevan adelante el relato de cada une de les participantes, comprendiendo que lo fundamental es el bienestar del menor y no el deseo de les adultes de convertirse en madres y/o padres. Esa marcación final, es la que terminará de cerrar el por qué del desenlace de la historia en Alice, reencarnando a la primera familia monoparental elegida como adoptante en Francia.

En cuanto al diseño de la estructura narrativa del relato, la decisión de develar al espectador desde el inicio que le niñe será finalmente hije adoptivo de Alice, quizás aleje al público de conectar con les personajes intervinientes durante los propios tiempos del film, dado que ya cuentan con la información de que, pase lo que pase, Theo terminará en las manos “buenas” de Alice, lo que conlleva a restarle fuerza al conflicto alivianando las emociones y tensiones de les espectadores para con la trama ante la ausencia propia de la incertidumbre.

En buenas manos nos acerca una mirada intimista y sensible sobre el delicado proceso previo a la adopción de un menor en Francia, retratando el precedente real y legal de que hoy las familias monoparentales pueden ser adoptantes en dicho país.