EMOJI: la película‏

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Fruto del más puro aprovechamiento, Emoji: La Película presenta otro mundo invisible para los humanos, esta vez la vida interna de los celulares ¿?
En su momento fueron los electrodomésticos abandonados en una mudanza, los juguetes cuando nadie los ve, los personajes de los libros de una biblioteca, los virus y bacterias de nuestro cuerpo, los logos de las publicidades, los caracteres que forman parte de los videojuegos, o los sentimientos que abundan en nuestra mente… y estoy seguro que me estoy olvidando de algunos.
El mundo de la animación se encargó de demostrarnos que aquello que nosotros vemos como algo inanimado puede tener vida en un universo imperceptible para nuestros ojos. Los celulares también, y Emoji: La Película corre ese velo. Alex es un adolescente (o pre adolescente) concurre a la escuela – es el único ámbito en el que se lo ve –, tiene amigos, y aparentemente un interés romántico representado en una compañera de aula.
Como todo los chicos – según esta película – la vida de Alex gira en torno a su celular ¿Y entonces? Que, Emoji: La Película nos va a mostrar la vida en el interior del celular de Alex.
No, no son puros códigos, placas y filamentos, ahí hay vida. Cada aplicación es un mundo propio, y la más utilizada es aquella que remplazo a los mensajes de texto. Emoji: La Película parece que haber conseguido el sponsor de WhatsApp, la lógica aplicación a la que hace referencia, y la remplaza por una idéntica pero con un ícono muy similar al de nuestro canal de aire Telefé. En esta aplicación conviven todos los emojis, los simbolitos que remplazan palabras o frases enteras para expresar determinada idea o sentimiento que queremos expresar.
Cada emoji tiene un único propósito en la vida, ubicarse en cubículo y ser elegido por Alex para escribir un mensaje. Por lo que cada emoji tiene también una sola expresión, salvo Gene, un emoji que debería expresar un sentimiento de “Meh” (Desgano, desprecio, desinterés), pero por aquellas cosas de los guiones, tiene una falla o glitch, que le permite poder expresar varios sentimientos.
Además Gene no quiere encasillarse, y además es un personaje muy feliz como para que le salga un “Meh”, y además… en fin. Sigamos, cuando Alex quiera utilizar su “Meh” ocurrirá un problema, y Gene quedará en la mira de la organizadora del mundo desea aplicación, la perversa carita feliz.
Ante la amenaza de ser desrogramado, se une al “Hi-5” (Choque los cinco) y a una hacker, Lady Hacker, con algún secreto, para escapar de ese mundo, recorrer otras aplicaciones (porque no consiguieron sponsor de WhatsApp, pero si de decenas de otras que no tienen mucha razón de ser en esta historia, como DropBox), y encontrar una solución al problema.
Es evidente, Emoji: La Película viene a aprovechar el éxito obtenido por otras películas animadas que explotaron la posición alcanzada de sus personajes en otros productos previos de mercadotecnia, llámense las Lego Movie, Trolls, Barbie, y más evidentemente Angry Birds. Personajes que representan un símbolo en la cultura pop pero que no poseen una historia propia, por lo cual la película en cuestión debe crearla.
Por si no se dieron cuenta en estas líneas, la historia de Emoji: La Película hace recordar bastante a Intensa mente, Ralph: El Demoledor, y un poco a Antz. Nada de lo que se nos presenta en los ochenta y seis minutos de duración es ni remotamente original, todo lo contrario.

El problema con “las inspiraciones” es cuando el resultado termina siendo infinitamente menor a los originales, casi al punto de no haber punto de comparación. Emoji: La Película es aburrida, presenta una animación plana, un ritmo desparejo, un abuso de chistes conocidos y que de tan repetidos pierden su escasa gracia (prepárense para una catarata de chistes sobre la caca), hay poco que despierte nuestro interés; y lo remata con un par de mensajes que hasta pueden ser considerados perversos.
Ni siquiera alcanza el nivel de culto de obras como Foodfight, o el cuarteto de las Titanic animadas/Tentacolino. Aquellas son pésimos exponentes de animación, con muchísimos problemas, mal renderizadas, y con argumentos risibles en el mal sentido. Pero la clave está ahí, son risibles, Emoji: La película no.
Ni siquiera es que tenga problemas de animación, es de por más estándar, tampoco presenta un sinfín de escenas ridículas; pareciera ser una película a las apuradas y sin el más mínimo esmero que el rápido aprovechamiento. Su director, Tony Leondis tiene experiencia en esto de los aprovechamientos, dirigió dos olvidables secuelas directo a video para Disney, y lo único estrenado en salas fue Igor, otro aprovechamiento post Shrek y su cruzada contra el almíbar en los cuentos de hadas.
Para remate, por estos lares, sólo llega una copia con un doblaje bastante defectuoso.
Plana, aburrida, y poco original, en Emoji: La película podemos escuchar cosas tales como que lo más importante es ser popular, que si no se tiene amigos – de chat – no se es nadie, y que sí o sí hay que poseer determinadas cosas (obviamente un celular) para pertenecer y poder alcanzar los dos ítems anteriores… y nada de entre líneas, son frases dichas a viva voz en la NO historia de Alex, un personaje totalmente desaprovechado.
Por suerte el mercado del cine de animación creció a grandes pasos en cantidad y calidad durante la última década. Hay opciones varias como para ver además de Emoji: La Película.