Emma

Crítica de Eduardo Elechiguerra Rodríguez - A Sala Llena

No es posible desacreditar la atenta maestría audiovisual de Emma (2020), reciente adaptación del clásico de Jane Austen. Sin embargo, la mirada pícara de Anya Taylor-Joy interpretando al personaje homónimo resulta muy incrédula para convencernos de que el amor de George Knightley (Johnny Flynn) pasa desapercibido.

Hablar de sus grandes ojos de pupilas negras parecería un descuido menor de casting. Pero el detalle se reitera por los tantos primeros planos donde su mirada delata suma atención a su entorno. Además, el inicio de la obra es una breve oración que describe el carácter de Emma. Esto abre la posibilidad de intuir que la mirada de Taylor-Joy en la siguiente toma no basta para sentir lo descrito en palabras. Por lo menos tal decisión tipográfica no se repite de nuevo, sino para marcar las estaciones del año. Sin embargo la distracción ya está instalada en nosotros.

De ese detalle se deslinda una pregunta más urgente: para qué revisitar en pleno siglo XXI esta obra desde un acercamiento de la época georgiana similar a otras adaptaciones. Ahora las relaciones humanas apelan cada vez más a la inmediatez virtual y ya en 1995 la historia fue adaptada a una secundaria privada en Beverly Hills para Clueless de Amy Heckerling, y un año después a los propios códigos temporales de la novela bajo la dirección de Douglas McGrath. Hoy en tiempos donde la galantería debe dialogar con el perreo y las aplicaciones de ligue, la reciente adaptación halla un gancho: la desnudez física y también emocional del protagonista masculino.

Esto que algunos catalogarían con sorna como eye candy es aprovechado acá para efectos de historias usualmente conocidas como costume dramas. Al mostrarnos en los primeros minutos cómo el protagonista es vestido por sus sirvientes desde la entera desnudez y en un plano general del interior de los lujos hogareños, se nos está tentando a intuir cómo serán desvestidos estos protagonistas aunque no de forma literal.

Este tipo de detalles visuales brindan una picardía que la adaptación homónima de 1996 de McGrath no tiene. En ella, la inocencia en los enredos amorosos no trasladaban dicho jugueteo presente en la escritura de Austen. Solo las actuaciones de Gwyneth Paltrow y Toni Collette junto con la música de Rachel Portman ilustraban cada tanto sus intereses sentimentales con cierta travesura. En la versión dirigida por Autumn de Wilde, el humor está acentuado en tantos niveles que por lo menos la obra lo matiza con la calidez en la actuación de Johnny Flynn.

En ese sentido, hay varios elementos llamativos con los que ambas películas, ubicables en la plataforma Popcorn Time, contrastan. Por ejemplo, esta vez el padre de Emma (Bill Nighy) tiene menos diálogos pero su gestualidad es un comic relief. Quienes han visto otras películas con el actor, pillarán el humor usual de su trabajo. Por su parte, Denys Hawthorne pasa desapercibido como un padre más complaciente. En cuanto a los colores, ambas tienden a las tonalidades pasteles pero la predominancia de los rojos, verdes y amarillos en la de los noventa distrae la atención de los matices más sutiles. El personaje de Miss Bates adquiere más importancia en la nueva adaptación donde la interpreta Miranda Hart de manera puntillosa, si bien ambas mantienen la escena del altercado en un picnic donde se evidencia la crueldad de Emma con respecto a ella.

En la más reciente, la fotografía de Christopher Blauvelt (el mismo DF de Dunkirk) invita a una mayor atención visual a los fondos que contextualizan a los personajes. Muchas líneas horizontales atraviesan los rostros o los enmarcan, recurso que ya utilizaron por ejemplo Ang Lee y Emma Thompson en su adaptación de Sentido y sensibilidad, también de 1995. McGrath, en cambio, hace a su protagonista menos atravesada por sus circunstancias e incluso enmarca a Gwyneth en un triángulo formado por el piano que ella toca ante a los invitados de una reunión, como si Emma representara una tríada entre sus talentos, emociones e intereses amorosos

Finalmente, si bien el riesgo de McGrath en retratar la diferencia de clases termina siendo anticuado cuando unos pordioseros atacan a unas asustadizas Emma y Harriet, por lo menos lo incluye. En la nueva versión, la guionista Eleanor Catton solo lo menciona en diálogos y esto le quita riesgo a un pasaje que la misma Austen incluía en su obra. Tal omisión le impide hacer un hallazgo para poner en perspectiva al menos indirecta con esta actualidad todavía plena en desigualdades sociales.