Elysium

Crítica de Pablo Martinez - La mirada indiscreta

Inmigrantes del paraíso

El director sudafricano que nos sorprendió a todos con la poética y abrumadora District 9 en el 2009, vuelve con un drama futurista que hace hincapié en las desigualdades sociales, esta vez poniendo foco en una crítica severa a las políticas inmigratorias y el sistema de salud de los Estados Unidos (llevadas a una perspectiva macro) y la lucha de clases.

Blomkamp logra una puesta en escena impactante e imponente, apoyada nuevamente por un despliegue técnico casi perfecto, con efectos especiales alucinantes y una fotografía preciosa del caos. A pesar de que a veces cae un poco en la repetición estética de ciertos escenarios similares a aquel gueto alienígena en su ópera prima, ahora logra componer una Los Angeles en 2159 devastada por la contaminación y el hacinamiento. Realmente vale la pena abstraerse del relato (si es eso posible, con lo fuerte que es en cuanto a peso narrativo y calidad de armado) por unos momentos y apreciar la forma en que el realizador y su equipo llenaron las colinas angelinas de todo lo que necesitaban para dar credibilidad a la idea visual.

Las actuaciones son todas excelentes, algo no muy común en este tipo de propuestas. En este caso, quizás Blomkamp tropieza con un guión más esquemático y propicio al caer en los vicios del género, pero eso no le impide preocuparse por la tridimensionalidad de los personajes, mediante una gran dirección del reparto. Matt Damon, como siempre, está genial, pero también se destacan las actuaciones de Wagner Moura y un casi irreconocible Sharlto Copley, que como en District 9 (película que lo tuvo como protagonista) logra una transformación física asombrosa y compone un villano de múltiples fácetas realmente espeluznante, aunque de a ratos un poco excesivo. Diego Luna y Jodie Foster cierran un círculo muy correcto de actuaciones que realmente hacen muy amena la historia.

Si la ciencia ficción no estuviera tan preocupada por los efectismos y el ruido audiovisual hoy en día, saldrían obras como esta. Blomkamp pone el listón muy alto, porque a su relato futurista -apocalíptico, si se quiere- le agrega la crítica social que ya se está volviendo marca registrada de la casa. En esta caso traza los hemisferios actuales (norte y sur) como una distancia espacial en donde el paraíso Elysium -donde se mudan los ricos para escapar de una Tierra devastada por la humanidad- orbita en torno al planeta solo habitado por los marginados, los pobres y, sí, los latinos.

Pero, ojo, que esta no es una mirada discriminatoria típica de Hollywood y su ombliguismo, sino más bien es el ojo reprobatorio de un director que así como en su primera obra hizo una metáfora genial del apartheid, esta vez nos vuelve a decir que los males particulares de una potencia económica en el futuro se globalizarán junto con el inevitable -y patético (se puede resetear un gobierno como a una computadora)- avance tecnológico.