Elysium

Crítica de Luciana Boglioli - La Capital

El futuro no perdona

Transcurre el año 2154 y la Tierra está devastada por la contaminación y la pobreza. Este es el escenario que plantea “Elysium”, un filme que podría considerarse de acción y ciencia ficción pero cuyo mensaje subyacente es más fuerte que los efectos especiales que exhibe. Se trata de la segunda película del director Neill Blomkamp, protagonizada por Matt Damon y Jodie Foster, donde la humanidad está dividida: los pobres viven en la Tierra y los ricos en Elysium. Allí todo es perfecto, pues no hay guerras, ni pobreza. Incluso la belleza es un valor a conservar y enfermedades como el cáncer son completamente curables en cinco minutos. Allí, las tecnologías invaden, pero la frialdad también. Mientras los gobernantes promueven una rígida ley antimigración, cuyo objetivo es preservar el lujoso estilo de vida de los ciudadanos de la estación espacial, Max (Damon) tendrá un desafío inesperado. Una película que se suma a la tendencia de Hollywood de imaginar el futuro de la humanidad, como el que muestra “Guerra mundial Z”, donde el planeta Tierra se ve super poblado, invadido por la enfermedad y la crisis económica. Lo llamativo es cómo este director “ficciona” dos realidades en dos mundos diferentes, cuando en la realidad, se pueden ver perfectamente en uno solo.