Elysium

Crítica de Juan Carlos Di Lullo - La Gaceta

Extraños en el paraíso

En el futuro, la sociedad está dramáticamente dividida entre los poderosos que lo tienen todo (y viven en una idílica estación espacial en órbita) y los pobres, que sobreviven en un planeta Tierra contaminado y devastado. Max, un trabajador terrestre, trata de llegar a Elysium para salvarse y beneficiar a los suyos.

A los seguidores de la ciencia ficción (aquellos que devoraban las publicaciones de la mítica "Minotauro" hace ya medio siglo, por ejemplo) y a quienes hayan visto la anterior entrega del director sudafricano Neill Blomkamp ("Sector 9", 2009) no les ha de extrañar el recurso de relatar una historia ubicada en un futuro no muy lejano como una suerte de parábola que permite describir una situación política y social reconocible en los datos de la realidad actual. Por supuesto, el truco dramático estriba en extremar la situación precisamente para destacar los rasgos propios del conflicto al que se quiere hacer referencia. Blomkamp había hecho alusión al drama del apartheid al mostrar una suerte de gueto en el que estaba recluido un grupo de extraterrestres en "Sector 9". En esta nueva película, propone una ácida pintura de la brecha entre ricos y pobres que se expresa dramáticamente en la descripción de un mundo idílico (Elysium, en una gigantesca estación que orbita la Tierra), habitada y dominada por los poderosos (los "ciudadanos") y un planeta devastado, contaminado y al borde de la destrucción en el que sobreviven aquellos que están fuera del sistema, pero que con su trabajo hacen posible la existencia del paraíso que orbita sobre sus cabezas. Uno de estos desposeídos es Max (Matt Damon), quien se verá obligado a tratar de vulnerar los rígidos controles que preservan a Elysium (a cargo de la cruel y gélida Delacourt, en la piel de Jodie Foster) para escapar de la muerte y, al mismo tiempo, extender los privilegios de pertenecer a la elite de los "ciudadanos" y beneficiar así a sus camaradas "indocumentados". En definitiva, el filme toma el rumbo de la clásica pelea entre el Bien y el Mal, aunque los rasgos de los héroes y los villanos están convenientemente esfumados para no caer en estereotipos demasiado evidentes. El filme redondea una buena dosis de entretenimiento, con aspectos visuales y técnicos magníficamente cubiertos, aunque ciertas inconsistencias en el guión le resten (pocos) puntos.

Un dato preocupante: Blomkamp filmó las escenas que transcurren en la Tierra cerca de la frontera entre México y EE.UU. Si bien es cierto que trabajó estéticamente el material para adecuarlo a las exigencias dramáticas del guión, lo que puede observarse en pantalla permite sospechar que la decisión de ubicar de la historia recién en el año 2154 tal vez termine siendo un rasgo de optimismo.