Elysium

Crítica de Iván Steinhardt - El rincón del cinéfilo

Con dos producciones que a través de la ciencia ficción plantean dramas de la condición humana puede ser prematuro encasillar las motivaciones de Neill Blomkamp como artista del mainstream. Lo que es seguro es que no le da lo mismo como mostrar ni el futuro ni las consecuencias de la intolerancia y el descuido del medio ambiente.

“Elysium” es, ante todo, un entretenimiento. Planteada en 2154, la historia tiene a Max (Matt Damon) como un ex convicto en libertad condicional que desde chico sueña con ir a Elysium, una estación espacial donde los ricos viven una vida de publicidad. Todo es perfecto en esa sociedad. En especial gozan de buena salud con un sistema que reconstruye desde una roncha a toda la cara si algo llegara a pasar. Un ratito en la camilla, un escáner y chau enfermedades. Con razón quiere ir. El lugar se ve desde el planeta como una estrella de salvación. Claro, aquí hay hambre, sed, desocupación, contaminación, y por supuesto un sistema de salud absolutamente colapsado, con hospitales atiborrados de gente con necesidades básicas. Allí trabaja Frey (Alice Braga), médica desbordada por la situación y por una hija con leucemia terminal. Lejos está de la niña con la que Max solía ir a jugar y a quien en la niñez le prometió llevarla algún día allí arriba. Su máximo deseo solía ser minimizado por la niñera (Yolanda Abbud), quien insistía en decirle al niño que lo importante no es el lugar sino las personas, y que él va a ser alguien especial que va a hacer algo muy importante algún día.

Hecha la introducción, al espectador le quedará por ver (deducir no será difícil) cómo y por qué ambos llegarán a Elysium. En definitiva, es lo que importa y por ello el director se va deshaciendo de los personajes con muertes tremendas a medida que la trama lo requiere. Como si fuera una suerte de tamiz aplicada a un guión que desde el vamos deja clara su intención de mostrar el camino del héroe con formato de historieta.

En realidad habrá lugar también para un costado panfletario donde queda muy en claro la postura anti-derechista, coincidente con un momento crítico del sistema de salud norteamericano. La “resistencia” llevada a cabo por Sandro (José Pablo Cantilo) sólo busca desestabilizar el poder para conseguir medicina para todos (no es un eufemismo). Como sucede con la frontera mexicana, mandan naves con inmigrantes ilegales que van a conseguir un poco de salud. No va a faltar un presidente (Jodie Foster) que no dudará en volar en pedazos una nave con mujeres y chicos adentro con tal de preservar la “way of life”.

¿Parezco estar hablando de otra película?

Perdón.

Vuelva arriba o recuerde que esto es entretenimiento que en todo caso le tira palos a un sistema desigual. Sucede que como hay que vender pochoclos, los palos apenas terminan siendo escarbadientes.

Desde el punto de vista estético “Elysium” hace referencias leves al género, pero sobrevive por sí sola gracias a una estética de comic, un buen diseño de vestuario, armas, vehículos, y en especial gracias a la solides de las actuaciones factor fundamental para establecer la credibilidad. Punto especial para el villano Terminator compuesto por un deshumanizado Sharlto Copley.

Como aventura, funciona bien en todas las líneas y demuestra en el director una interesante pericia para aferrarse a su propuesta de cine de ficción con “alguito” de contenido social, aunque sufra de “presupuestitis”. Su primera película (mucho más visceral), “Sector 9” (2009) costó un cuarto de los 120 palos que salió esta. Como siempre (por suerte) más plata no garantiza mejor cine.