Elle. Abuso y seducción

Crítica de María Bertoni - Espectadores

Sin dudas Isabelle Huppert es la estrella de la multinominada y ultracomentada Elle. Por lo tanto, si la actriz francesa llega a ganar el César y/o el Oscar que disputará el 24 y el 26 de febrero, los distribuidores del nuevo largometraje de Paul Verhoeven en Argentina tendrán otro motivo para convertir a la niña mimada de Claude Chabrol, Michael Haneke, Hong SangSoo en motor principal de la campaña de prensa destinada a promocionar el estreno porteño anunciado para el 16 de marzo.

Huppert se revela como la mejor elección para interpretar a la Michèle que el escritor parisino Philippe Djian imaginó primero en su novela “Oh…”. Personajes como Jeanne en La ceremonia, Erika en La profesora de piano, Hélène en Mi madre le dieron la experiencia justa para encarnar a terribles transgresoras de la moral burguesa: por un lado las interpreta con comodidad; por otro lado evita el riesgo de la composición serial.

Madame Leblanc goza de un sentido del humor infrecuente -o directamente ausente- en sus predecesoras. Algunos espectadores recordamos entonces el rostro amable de Huppert: aquél que vimos de manera más o menos expuesta en películas tan disímiles como El porvenir, En otro país, Mi peor pesadilla, Villa Amalia, La comedia del poder, 8 mujeres, No va más.

Huppert estuvo en Buenos Aires en abril de 2015, para presentar la retrospectiva que le dedicaron los programadores del 17° BAFICI, y a fines de noviembre pasado, para presentar el film de Verhoeven que se proyectó en la Semana de Cannes en Buenos Aires. Es posible que los distribuidores de Elle también tengan presente el recuerdo fresco de esas visitas.

En esta entrevista concedida a Allo Cine, Djian contó que Isabelle fue quien pidió el rol de Michèle y que él aceptó encantado porque había pensado en ella cuando escribió la novela. Juntos, eligieron a Verhoeven para que dirigiera la adaptación nominada a la Palma de Oro de Cannes, en 2016.

Elle invita a ir más allá del análisis exclusivamente cinematográfico, y a pensar en la relación entre violencia, placer, entretenimiento (en este punto vale adelantar que Michèle dirige una productora de videojuegos para adultos). La película también reconoce el fenómeno que Rodrigo Cañete definió días atrás en su blog Love Art Not People: “en una sociedad consumista en la que todo es categorizado, el sexo, en muchos casos, ha dejado de ser una cuestión de sociabilidad para ser una de consumo”.

Cañete se refiere al sexo casual, violento, en ocasiones estimulado con drogas ilegales. La protagonista de Elle prescinde de éstas últimas, abstinencia que no le impide disfrutar de los demás ingredientes del combo.

Acaso como la novela original, la adaptación de Verhoeven retrata con una combinación justa de suspenso, brutalidad, humor el “lado oscuro” de la condición humana, que la historiadora y psicoanalista francesa Elisabeth Roudinesco analizó con impresionante rigurosidad en uno de sus libros. Por su capacidad de interpelación extra cinematográfica, la nueva película del realizador holandés supera el viejo precedente señalado por más de un crítico profesional, Bajos instintos.

A Verhoeven parece haberle sentado muy bien trabajar con Djian y Huppert. Además de actuar, Isabelle sabe conformar sociedades creativas fecundas.