Ella

Crítica de Marianela Santillán - Proyector Fantasma

La falta en ser

La trama de Ella (Her) comienza mostrándonos a Theodore (Joaquin Phoenix), un hombre recientemente separado que está en medio del trámite de divorcio. Él además trabaja en un servicio retro futurista de tercerización de cartas personales; escribe correspondencia bajo contrato destinadas a parejas, familiares y/ o amigos de un determinado cliente adecuándose al motivo: cumpleaños, fallecimientos familiares, separaciones, felicitaciones, etc.
En ese tiempo, un futuro para nada lejano, Theodore decide probar un nuevo Sistema Operativo (SO) que promete y asegura ser una entidad tan eficazmente intuitiva que podrá satisfacer las necesidades de cada usuario. Así, nuestro protagonista configura al sistema dandole una voz fememina y permitiéndole escoger un nombre. Ella es Samantha (Scarlett Johansson) quien, además de cubrir las necesidades de Phoenix, se anticipa a éstas, y al mismo tiempo, se va tornando sensible y divertida. Lo que iniciamente resulta en una relación profesional, con una muy eficiente asistente, se torna amistad y luego en amor.
Además de Samantha, en el universo de este escritor hay otras mujeres: su ex esposa (Rooney Mara) a quien recuerda constantemente, su amiga Amy (Amy Adams) una realizadora audiovisual que está en una relación totalmente estancada, donde el amor sólo sabe ser unilateral; y una bella mujer a quien conoce en una cita a ciegas (Olivia Wilde) con quien concluye su velada porque ella malinterpreta sus intenciones, tal vez por miedo, tal vez por utilizar un mecanismo defensivo ante el posible amor.
Así, Her logra explorar un enorme caudal de temáticas como la soledad, el anhelo de felicidad, las separaciones y el desamparo que éstas conllevan, así como el temor a un nuevo comienzo; cuestiones que en mayor o menor medida nos hermanan en tanto seres humanos. Sin embargo, la cuestión que hace atractiva la trama del film de Spike Jonze es que Samantha al ser un producto de inteligencia artificial, no tiene ningún tipo de preconcepto sobre la vida. Temor, desconfianza y prejuicios están totalmente ausentes en ella y le dan libertad a nuevas experiencias, con un gran entusiasmo sobre conocer el mundo y todo lo que éste puede ofrecerle.
El psicoanalista Jacques Lacan en su obra retoma a Platón para analizar la naturaleza de los vínculos amorosos (ya que para el francés no se puede hablar de relación) desde dos polos: amante (erastés) y amado (eromenós), pero ¿qué pasa cuando tales figuras no están bien delimitadas? ¿Cuándo el amor resulta unilateral, o cuando los límites ( la distancia, las diferencias, y en este caso la corporeidad) se hacen tan reales que es imposible evadirlos? Este es el conflicto entre Samantha y Theodore, donde la naturaleza virtual de este amor y las diferentes cosmovisiones que ambos crearon internamente son ineludibles.
Así Jonze, además de explotar al máximo nuestra actual dependencia con los dispositivos móviles y las redes virtuales, se corre del eje de crítica y opta por una postura más reflexiva, donde nos dice que el amor de por sí tiene un gran componente ortopédico, ya que viene (en distintos niveles) a querer completar una falta y generar una ilusión de completud que no se reduce únicamente a una pareja anterior, sino que tiene que ver con todos los aspectos de la vida humana.
Joaquín Phoenix ya nos ha demostrado innumerable cantidad de veces (más recientemente con The Master de Paul Thomas Anderson) que puede asumir prácticamente cualquier personaje, y siempre generarnos algo sumamente poderoso con su interpretación. En el caso de Her, Phoenix presenta una de las mejores actuaciones de toda su carrera; permitiendo ver a un Theodore melancólico, poético y sumamente vulnerable; a la vez que también nos brinda su faceta feliz y divertida.
Creo que justamente el poder de conmover que presenta el film reside allí. Jonze logra sumergirnos perfectamente en la aflicción de Theodore: vemos el mundo con sus ojos, sentimos lo que el siente, desbordamos de dolor y angustia cuando se recuerda un tiempo que tal vez pareció haber sido mejor, mediante los flashbacks sobre su vida matrimonial, con la felicidad y el sufrimiento que se acompañan y contraponen todo el tiempo.
Además de Phoenix, las actrices que completan el elenco brillan en cada uno de sus roles: Olivia Wilde logra mostrar diversas facetas y emociones sobre sí en las pocas escenas que tiene; Amy Adams representa maravillosamente uno de los puntos más crudos de una relación: asumir la soledad y el sentimiento de extrañeza frente al otro estando en pareja.
Pero tal vez lo que más fuerza le da a esta producción sea la interpretación de Samantha (Scarlett Johansson) quien tan sólo por medio de su voz genera una presencia multifacética. Tan poderosa que logra erizarnos la piel más de una vez, y desgarrarnos con una escena musical que será difícil no mantener en nuestros corazones cuando reflexionemos sobre las relaciones, el amor y la soledad.