Ella

Crítica de Juan Pablo Schapira - Tranvías y Deseos

La película que todos queremos ver

Las reflexiones de la mente humana giran en torno a miles de cosas, pero siempre hay un centro tremendamente emocional y complejo que es la fuerza inalterable de nuestra existencia. Cuando quisimos comparar al hombre con el animal, ganamos por razonamiento, por tener el habla. Así las cosas, nadie pondría en duda que los animales tienen sentimientos. Pero la tecnología, aquello que nos superó por completo y que puede estar en todas partes a la vez y resolver cualquier inquietud, no incluyó la capacidad de sentir. Un segundo: ¿es eso sentir? ¿Una capacidad? ¿Qué es lo mejor y lo peor para nuestro mundo y qué cosas no pueden faltar en cualquier escenario? “Ella” hace las preguntas que nos hacemos todos los días y ya en este primer aspecto se vuelve una película atractiva y estimulante.

Se trata de un universo original, que sorprende a cada minuto con ocurrencias que, por más cómicas que sean, nunca parecen descabelladas o fuera de lugar. Spike Jonze sabe sostener los límites de la verosimilitud que presenta y en este caso nos trae una realidad dominada por la tecnología de las comunicaciones, desencadenando su lógico resultado: conexión cero. Si bien se percibe un reparo en el otro, las personas están en línea directa con los auriculares y el dispositivo que les sea más útil. Theodore (una composición exquisita, con múltiples matices, de Joaquin Phoenix) es nuestro guía en una travesía que no nos es ajena. ¿Cuan hondo puede calar el avance tecnológico al final del día? Planos cerrados -cambiantes pero cerrados- y una puesta en escena despojada nos muestran la vida de un hombre que se ha guardado entre cuatro paredes. Vamos descubriendo las heridas de su pasado y comprendemos que su presente se haya falto del único motor que verdaderamente pone en marcha las cosas: el amor.

El mundo puede ser eso: podemos encerrarnos en futuro que sea el más increíble jamás pensado; pero si no nos topamos con ese otro que por un momento nos completa, nada tiene sentido. La película cubre todas las aristas con respecto a esto. No se trata aquí de que hay un ‘alma gemela’ esperándonos en un rincón. Ni siquiera es condición la relación de tipo sexual –el guión acerca algunas ideas en esta dirección-. Es sin embargo infaltable el amor romántico, ese que se define por una conexión especial que se da sólo entre dos seres y supone calor entre los cuerpos; cercanía. Todos están detrás de lo mismo, cada quien como puede. Lo vemos en el personaje de Amy (luminosa Amy Adams) y la mujer que interpreta Olivia Wilde.

Desde este lugar, “Ella” aventura el posible retroceso de la tecnología. Por eso más arriba me preguntaba si el sentir es una capacidad que se le obvió a la tecnología. Ahora tengo la respuesta: sentir no es otra cosa que una necesidad; pasado, presente y futuro para cualquier ser humano. ¿Y para el resto de los seres? E.T buscaba amor, así que ahí vamos bien, pero… ¿Un sistema operativo tendría que adquirir algo que le es lógicamente, técnicamente inferior? ¿Una computadora debería desear algo que no tiene nada que ver con su diseño y programación? Y después que sea lo que sea, pero no confundamos la propuesta y el contenido de “Her” con la paparruchada. El último film de Spike Jonze tiene el desparpajo de lo banal, aunque se vista con seriedad y se instale en el futuro. El truco del director es claro, no hace mucho esfuerzo por esconderlo y no por eso debemos quitarle mérito. Lo de todos los días, lo más cotidiano y básico, es muchas veces lo más profundo.