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Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

Un filme moderno, cuya estética se concentra en una computadora, o un ordenador, como lo llaman en España, un plano del artefacto, y las cosas que vemos suceden en esa pantalla.

Los primeros quince minutos seducen al espectador por pertenecer al lugar de lo inesperado, la forma de presentación de los personajes es casi original, pero luego, y hasta finalizar la primera mitad, aburre.

Será que cae en un sinfín de situaciones comunes y corrientes a este tipo de filmes que se encuadran en el género del terror, en éste caso se suma a la lista de películas que se podrían haberse obviado realizar.

Al no establecer un guión sólido que pueda darle curso, viabilidad al texto, termina recurriendo a los gritos y exabruptos sonoros con el único fin de incomodar al espectador, hasta podría cumplir la doble función de sobresaltar al publico y/o despertarlo.

La historia se desarrolla en una noche. Cuatro amigos de la secundaria están chateando vía Skype, a ellos se les incorpora un comedido que nadie invitó, ni él mismo sabe como está en medio, en ese instante de incertidumbre, casi violencia, todos reciben un mensaje por Skype de parte de una compañera que se suicidó hace un año atrás.

Hoy es su aniversario.

En un principio creen, piensan, sienten, que es una broma de mal gusto, pero cuando el espectro que no tiene rostro ni cuerpo, sólo una voz, o alguien que escribe en los muros de Facebook comienza a revelar mentiras y secretos de cada uno de ellos, se dan cuenta que están pugnando con algo del orden de lo siniestro.

Secretos y mentiras que saldrán a luz de cada persona.

Tomando como referencia a una nueva lógica, la de las redes sociales, que cuanto más se enredan más lejos queda la comunicación humana, más restringido es el uso del cuerpo, en que cada palabra ha perdido su valor significante, las nuevas comunidades no dan sentido real de pertenencia, no hay seguridad de nada.

El uso de esta herramienta cibernética es explotada en todos sus atributos, abandonando desde el resultado lo inherente al lo cinematográfico, más específicamente el guión.

Todo se descubre haber sido trabajado de una manera elemental, la utilización reiterada de los recursos que poseen sólo redunda en el tedio que producen. Tanto desde los personajes como el uso de las distintas redes sociales, Skype, Facebook, Google Chrome, YouTube, etc.

Lo dicho, La realización termina su primera mitad aburriendo extremadamente, en la segunda parte es un catalogo de estereotipos de éste tipo de películas de adolescentes casi descerebrados, que, o bien gritan o bien lloran, pero la actividad del pensar les fue vetada,

Si bien hay que otorgarle el beneficio de querer, de tratar, de incorpora al filme como una especie de discurso, intentando establecer una denuncia del mal uso o ilimitado de Internet mostrando que es un lugar de mucha exposición para jóvenes que nada saben sobre las consecuencias.

Como no podría ser de otra manera, la producción termina muchos peldaños por debajo de su inicio, con los personajes en estado de indefensión llorando, como dijo el Rey Salomón “siempre es tarde cuando se llora”, o como lo dijo el poeta cubano Israel Rojas, “podrán sembrarnos la vida con tecnología, pero seguiremos llorando como un Neanderthal".