Eliminar amigo

Crítica de Ezequiel Boetti - Otros Cines

Más valioso como ensayo sociológico que cinematográfico

Retrato sociocultural sobre los métodos de comunicación actuales enfrascado en una historia de terror demasiado convencional.

Es sabido que el bajo presupuesto y el acompañamiento de un público fiel y dispuesto a consumirlas en salas hacen de las películas de terror uno de los negocios más redondos del Hollywood moderno. Eliminar amigo lleva ese circuito económico al extremo. Esto dicho no sólo por haber costado un millón de dólares y recaudado 17 millones durante el fin de semana de su estreno norteamericano, sino porque además toda la narración transcurre dentro del monitor de una computadora (!).

Dirigida por el ruso Levan Gabriadze, quien, como no podía ser de otra forma, ya está trabajando en la secuela, Eliminar amigo arranca con Blaire mirando videos en Liveleak. Lo hace de forma hiperveloz, bien acorde a los tiempos-Windows que imperan, hasta que se detiene en el del suicidio de una joven. Joven que mientras estuvo viva fue su mejor amiga. O al menos eso alega ella ante su novio en la charla vía Skype que ocurre inmediatamente después. Al encuentro 2.0 se sumarán unos amigos en común y un desconocido que lo hace utilizando la cuenta de la chica fallecida. Primero, claro está, todos piensan que se trata de una broma de mal gusto, pero cuando el misterioso invitado empiece a manejar a su voluntad la computadora y redes sociales de Blaire se darán cuenta que no es tan así.

¿Cómo es posible que a nadie se le haya ocurrido desenchufar todo? Es una pregunta de cajón que el guión de Nelson Greaves recién plantea bien avanzado su desarrollo, marcando que aquí importa mucho menos los hechos que la forma en que se muestran. Y debe reconocerse que Gabriadze lo hace de forma original. Así, por la pantalla de la PC de Blaire –y por la del cine- desfilan Liveleak, YouTube, Facebook, Instagram, Spotify, Skype y Google, entre otras páginas y chats emblemáticos, convirtiendo al film en un retrato fiel de la comunicación y sociabilidad contemporáneas y elevándolo, aunque más no sea por eso, por sobre la media del género.

El problema es que ese interés sociológico no se corresponde con el cinematográfico. Tanto que su estructura es trillada y reducible a la idea de “entidad fantasmal asesina uno a uno a un grupo de adolescentes”. Eliminar amigo es, entonces, apenas un lavado de cara para un género que, salvo contadísimas excepciones, está cómodamente enfrascado en sus propias reglas, aun cuando elija mostrarlas a través de una computadora.