Elegía de abril

Crítica de Fernando Alvarez - Todo lo ve

Un libro que ve la luz y el tedio

Segunda de las películas que conforman la trilogía El ciclo de la casa: El árbol, Elegía de abril y La casa, realizadas por Gustavo Fontán.

El realizador siempre focaliza en un cine experimental de difícil digestión, y se mueve entre el retrato documental de la familia y ahora su obsesión por mostrar qué dejaron los personajes que habitaron una casa.

Un libro oculto en un placard por más de cincuenta años, del poeta Salvador Merlino, es redescubierto cuando la hija del autor decide sacarlo a la luz con la ayuda de su nieto.

Fontán no se preocupa por construír una historia convencional, si no más bien por la forma de contarla: fueras de foco, reiteraciones y una cámara deliberadamente desprolija que espía todo lo que sucede en la casona. Es un juego del cine "dentro del cine" pero con resultado abrumador y tedioso que hace mirar el reloj a pesar de la corta duración del film.

Elegía de Abril incluye también a actores profesionales como Adriana Aizenberg y Lorenzo Quinteros (¿Qué hacen ellos en medio de todo esto?), intérpretes que también se colocan delante de una cámara que registra el pasado, el presente y el futuro incierto de los integrantes del clan.