Elefante blanco

Crítica de Rodrigo Chavero - El Espectador Avezado

A los que vivimos mucho tiempo del otro lado de la General Paz, Pablo Trapero nos moviliza. Es el primer director nacional que se ocupa de retratar con fidelidad, imágenes e historias típicas de sujetos atravesados por la social en un contexto contemporáneo, suburbano, con mirada cruda y desprovista de artificios. Si bien no es el único, sus guiones son apuestas por explorar temáticas que nos rodean, pero que muchos no ven, a pesar de su proximidad con ellas.
En definitiva, en Trapero, hay un compromiso por mostrar sin reservas una realidad que necesita ser expuesta. Recordemos "Mundo Grúa", "Leonera", "Carancho" y "El bonaerense", como los puntos salientes de una filmografía que lo destacan dentro del panorama de cineastas top argentinos. "Elefante blanco" es su nuevo opus, film que cuenta la historia de dos sacerdotes y una asistente social, en la mítica villa instalada en Ciudad Oculta, zona donde emerge el malogrado hospital de la liga argentina contra la tuberculosis que da nombre a la película.
La historia usa como escenario a un edificio que simboliza claramente la desinversión en salud pública de todos los gobiernos en los últimos 60 años. En el año 1935 y luego de una epidemia que azotó la ciudad, se inició la construcción de este centro modelo para su tiempo. La idea (original de Alfredo Palacios), era destacable: un nosocomio capaz de albergar gran cantidad de pacientes en sus salas (el más grande de Latinoamérica por sus dimensiones). La obra se paralizó en el 39 y se retomó durante el gobierno de Perón, para quedar totalmente abandonada después del golpe del 55.

Es cierto que actualmente las Madres de Plaza de Mayo están en el sitio y organizan merenderos,comedores, y asisten a la gente del lugar, pero el edificio permanece allí e impresiona por su estado actual.
Volviendo a la historia, Julián (Ricardo Darín) es el párroco de la mítica parroquia en dicho villa (la 15, para más datos). Es, desde ya, un cura comprometido con los excluidos y que gravita fuertemente en los eventos del lugar. Sintiendo que necesita apoyo para su tarea, invita (y trae) a un viejo colega y amigo, Gerome (Jeremy Renier), sacerdote belga que sobrevivió a una matanza en el lugar donde asistía en pleno Amazonas. Juntos, trabajarán por mitigar el dolor de los pobres (y persuadir a los que no lo son y manejan la droga en el lugar) junto a Luciana (Martina Gusman), asistente social que ha hecho alianza con los religiosos y es respetada por la comunidad.
El trasfondo de la historia pasa por la construcción de unas viviendas dentro de la villa, (tema de candente actualidad) que convocan la mano de obra de los vecinos. También, como línea paralela, se muestra la problemática específica de vivir en ese contexto: la violencia, el paco, los robos, la relación con la policía y las bandas rivales... Trapero sabe bien lo que quiere transmitir y siempre elige llevarnos por senderos barrosos y claustrofóbicos para ponernos de frente con la cruda realidad: no la maquilla, la enrostra. No hay belleza en su imagen, sino vívidas postales de la exclusión.
Cada personaje tiene sus contradicciones, dudas y fortalezas (el trío protagónico cumple con solvencia, en especial Renier), elementos que el guión balancea aceptablemente. Sin embargo, la riqueza de "Elefante blanco" está instalada en la potente atmósfera que crea. El director logra una sensación de inmersión difícil de explicar en palabras. Hay que vivirla. Por momentos parece un documental de la manera que está filmada.