Elefante blanco

Crítica de Facundo J. Ramos - Toma 5

"Ley Trapero"

Pablo Trapero es, desde hace un tiempo, uno de los mejores directores argentinos por varios aspectos. En primer lugar las historias que retrata en el cine no son para cualquiera y ponen a prueba la capacidad de cualquier realizador. En segundo lugar el director nacido en San Justo filma como los dioses, técnicamente hablando, al punto tal de que hay que confirmar la regla que dice “a Trapero hay que verlo en el cine” por que solo así te das cuenta de lo profesional que es el tipo detrás de las cámaras. Y en tercer lugar, no por eso menos importante que lo anterior, Trapero sabe rodearse de gente que esta a la altura de las circunstancias y las exigencias de turno, ofreciendo así un trabajo que lleva su firma, pero tiene el espíritu y la garra de otros grandes.

Igual, para hablar de “Elefante Blanco“, su ultimo film, hay que ir por partes.

Estamos sin dudas, tal como dijeron varios colegas de distintos medios, frente a un trabajo sublime que difícilmente encuentre punto de comparación cercano en el tiempo. Técnicamente, la factura de esta nueva producción de Matanza Films deja la vara muy alta y difícil de superar por el resto de las películas de año. Los primeros minutos del film que están filmados en la ciudad amazónica de Iquitos (Perú) y que terminan en la villa ciudad de oculta en una noche a plena lluvia son magníficos y visualmente impactantes, no solo por la grandilocuencia de las imágenes (la salida desde el puerto es una imagen cautivadora) sino por que es una carta de presentación genuina y eficaz de la relación entre los personajes interpretados por Darín y Renier.

Pero por si todo eso fuera poco, esos minutos de introducción están acompañados por la imponente música de Michael Nyman que, para ser exactos, solo suena tres veces en el film; en el primer acto, en la antesala del clímax y en ese final tan emblemático como justo e imprevisible.

Siguiendo con el apartado técnico también hay que destacar que “Elefante Blanco” contó con una cantidad enorme de extras que están muy bien dirigidos por Trapero, al punto tal de que la película parece tomar por momentos el rol de ser el “espejo de una realidad” que todos sabemos que existe, pero muy pocos conocemos.
El detalle más simple para destacar seria decir que resulta casi imposible encontrar un extra que mire a la cámara durante la película, pero lo que realmente vale la pena destacar es que el realizador bonaerense no cae en ningún tramo de su ultima trabajo en la tentación de estilizar u dramatizar más de la cuenta la vida de los habitantes de la villa.

Eso no solo se logra a través de un acertado guion (firmado por Santiago Mitre, Alejandro Fadel y el mismísimo Trapero) sino a través de una idea de hacer cine que consiste no solo en utilizar el séptimo arte para entretener sino también para hacer que el publico reflexione y hable de ciertos temas.

Por si alguno equivocadamente pensó que lo ultimo de Trapero intentaba asimilarse a “Ciudad de Dios“, “Slumdog Millonaire” u alguna otra película con un contexto similar, pero con distintos objetivos, no está de más aclarar que “Elefante Blanco” es un retrato realista sobre una realidad social sin ejercer en ningún momento un juicio de valor determinante u definitivo sobre las partes que la componen.

Saliendo del cine, lo más cercano que yo encuentro a este retrato social es la obra de Cristian Alarcón “b>Cuando me muera quiero que me toquen cumbia“, una crónica periodística más que recomendada si es que alguno desea conocer más acerca de la vida en las villas y las relaciones entre sus habitantes.

Otro de los puntos altos de la película es sin dudas su elenco y los personajes que interpretan Ricardo Darín, Jérémie Renier y Martina Gusman.

Del guion ya dijimos anteriormente que es una pieza clave para lograr un relato realista, no tendencioso ni sensacionalista de una realidad social difícil de retratar, pero a eso hay que sumarle también que estamos frente a un libreto que se puede catalogar como verídico, con muy buen ritmo y con el protagonismo muy bien distribuido entre los personajes, lo que básicamente tiene que ver con un aspecto clave: el publico.

“Elefante Blanco” esta pensada para el publico, para que el espectador la acompañe de principio a fin apoyándose en sus distintos y correctos personajes.

Darín es clave, no solo en este film sino en cualquier otra producción que busque llegar a un publico amplio y masivo. Es un gran actor, eso no lo puede discutir nadie, pero la llegada que tiene al publico me sorprende cada vez más.

Martina Gusman nuevamente vuelve a ponerse la camiseta de interpretar papeles difíciles y a estas alturas creo que es de las pocas actrices argentinas que tiene lo necesario para cargarse estos papeles al hombro y sacarlos adelante ofreciendo un gran trabajo. Ya pasaron “Leonera” (2008), “Carancho” (2010) y ahora en “Elefante Blanco” la vuelve a romper. Lo suyo es talento, apoyado en papeles que sirven para demostrarlo. Así de fácil.

Y finalmente Jérémie Renier, quien es un actor semi-desconocido por nuestros aires por lo que su inclusión en este film era toda una incógnita y el resultado despertaba muchas expectativas, las cuales quedan desparramadas por el suelo luego de ver su trabajo. Por lejos es el personaje que se roba de la película, no solo por la actuación del actor nacido en Bélgica, sino también por el rol que cumple (el del extranjero dentro de la villa) y que sirve para tener tres puntos de vistas distintos, pero igual de interesantes.

En definitiva, estamos frente a una película que se recomienda hasta quedarse sin voz y, si de volver a lugares comunes se trata, solo resta decir que si la regla hasta el momento era “a Trapero hay que verlo en el cine”, “Elefante Blanco” es la ley que sin dudas hay que cumplir.