El viaje más largo

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Un viaje muy largo, para el espectador

La chica de New Jersey, estudiante de arte y con buenas posibilidades de engancharse en una galería de arte de Manhattan, se enamora del chico de Carolina del Norte, vaquero de por vida y con buenas posibilidades de romperse la crisma en la final de un rodeo de toros en Las Vegas, si es que llega. Cada uno tiene un largo camino hacia su meta, y otro más largo hacia el entendimiento y la convivencia con el ser amado. Como espejo y modelo, surge el recuerdo de otro amor, vivido por una maestra que viajó desde Europa huyendo del nazismo, ella también amante del arte, y un muchacho tendero que viajó a Europa sólo para pelear en la guerra y volver en malas condiciones. También ellos tuvieron sus problemas.

Quien alimenta ese recuerdo y contribuye a la moraleja es el tendero, ya anciano. A su lado, junto al volante, lleva una caja inagotable de cartas y fotos. No diremos en qué circunstancia lo conocen los chicos. Sólo que es una de las pocas partes donde el espectador puede despertarse un poco. Las otras están relacionadas con los espectáculos de rodeos nocturnos, bien hechas, pero muy breves. Debe ser lo único breve de esta película.

En síntesis, el viaje es largo, y la película es más larga todavía, y eso que, según dicen, llega un poquito abreviada. Es que se basa en una novela de Nicholas Parks, el mismo de "Cuando te encuentre", "Lo mejor de mí, y otros productos no aptos para diabéticos, que ya de por sí es larguero, vueltero, y encima irremediablemente sensiblero. Por suerte la adaptación reduce un poco tantas vueltas y sensiblerías. Al viejo no lo encuentran delirando en medio de la nieve como dice el libro sino ahí nomás, sus recuerdos han sido bastante "seleccionados", la piba no tiene ningún novio que la persiga antes de conocer al vaquero, etcétera. Eso significa unas cuantas páginas eliminadas. También se eliminan unos cuantos violines. Pero igual cansa.

Quien deba acompañar a su novia, puede consolarse con unos bonitos paisajes junto al camino, unas imágenes del estudiantado femenino de la Wake Forest University (parece la escuela de Pancho Dotto), y las referidas tomas de rodeo, que abrevan en el "Hijo del torbellino", de Sam Peckimpah. Otra distracción es ver cómo van creciendo los hijos. El protagonista, Scott Eastwood, tiene algunos gestos propios del padre, más masa muscular, menos carisma, y dientes de leche. Oona Chaplin, que hace el papel de chica escapada de los nazis, tiene la sonrisa, el brillo y el porte de su abuela y su madre, pero es muy distinta. Su partenaire, Jack Huston, sonríe como el abuelo, el gran John Huston, pero por las mejillas y los ojos saltones más parece el nieto del cómico Aldo Fabrizi. Como sea, en nada se corresponde con el veterano Alan Alda (ambos interpretan distintas etapas de un mismo personaje). En cuanto a la rubiecita Britt Robertson, no conocemos su familia, pero sería buenísimo si alguien nos presenta a su madre.