El viajante

Crítica de Mariano Patrucco - El Lado G

Tensa y por momentos asfixiante. El Viajante es un film tan redondo y sutil que pasa del drama ligero al thriller de suspenso vengativo sin que el espectador lo note. Un interesante estudio de los mandatos culturales en la sociedad islámica.

Detrás de la controversia por el Muslim Ban y la política migratoria de la era Trump, una gran película quedó envuelta en el entramado de noticias: The Salesman (Forushande, 2016) la última obra de Asghar Farhadi.

La película que comienza como un ligero drama intimista sobre la vida de una pareja en Teherán, al poco tiempo de presentar personajes se transforma en una devastadora trama de venganza que muestra el lado mas oscuro del alma de los protagonistas.

Emad (Shahab Hosseini) y Rana (Taraneh Alidoosti) son una pareja de actores que interpretan “La Muerte del Viajante”, la obra de Arthur Miller, en un teatro local. Cuando el edificio en el que viven corre riesgo de derrumbe por una obra cercana, la pareja se ve forzada a buscar un nuevo hogar. Gracias a la ayuda de un colega logran conseguir un nuevo departamento y empiezan a pensar en tener hijos para fortalecer su relación. Todo cambia cuando Rana es violentada en un confuso episodio que involucra a la antigua habitante del departamento, una prostituta.

Farhadi muestra de manera magistral cómo la vida normal de los protagonistas se desliza lentamente por un espiral de oscuridad que los lleva al límite. Rana no quiere denunciar a su agresor, niega todo y se encierra en su dolor tratando de ignorar el trauma; mientras que Emad es consumido por el deseo de encontrar al depravado que atacó a su esposa para humillarlo (y tal vez algo más) aunque eso le cueste su matrimonio.

El Viajante es un intenso y poderoso drama con tintes de thriller que se destaca por sus sutileza para narrar y mostrar el cambio en los personajes. Cuando las películas se juzgan por lo que nos muestran, Farhadi decide poner el énfasis en aquello que apenas se sugiere o insinúa. Hay un interesante juego con la obra teatral que Rama y Emad representan, una “historia dentro de la historia” (de hecho, tanto el film como la obra tocan temas similares, aunque en este caso adaptados a los valores y al modo de vida de la sociedad Iraní).

Farhadi tiene otro merecido Oscar (el anterior fue por La Separación, 2011) gracias a su inteligente planteo que triunfa al tocar temas sensibles de manera muy correcta e invitando a la reflexión y sus excelentes intérpretes que transmiten mucho, ya sea con encendidos monólogos o la sutileza de una mirada.