El viajante

Crítica de Beatriz Iacoviello - El rincón del cinéfilo

Venganza, culpa y redención

“El viajante” (The Salesman” / Forushande”), reciente ganadora del Oscar, de Asghar Farhadi, cuya ausencia a la entrega del premio fue notoria gracias a la política anti-inmigratoria de Trump, es el segundo premio que conquista en Hollywood, el primero había llegado con “La separación”, en 2011. En “El viajante”, Asghar Farhadi, vuelve a situar la trama en el corazón de Therán, y en el de una pareja cuya vida se ve sacudida por un hecho fortuito y aterrador, la violación de Rana (Taraneh Alidoosti - “A propósito de Elly”, 2009). la joven ama de casa.
“El viajante” posee un denominador común con “La sospecha” (Prisioners”, 2013) del director canadiense Gilles Villeneuve, la búsqueda desesperada de un padre en un caso y un marido en el otro, por saber quién fue el atacante. En ambas existe un crimen, y por lo tanto debe haber un castigo. En las dos hay deseos de venganza y una cruel mirada sobre la realidad.
“El viajante” es un filme homodiegético, es decir contado en primera persona por, Ermad (Shahab Hosseini), un profesor de literatura que le interesa que sus alumnos aprendan a pensar, a cuestionar y a sacar sus propias conclusiones. En el momento de la acción éstos están leyendo el guión de la película “Gav” (“La Vaca”, dirigida por Dariush Mehrjui, 1969), escrito por de Gohlam–Hossein Sa´edi, muerto en el exilio en París, 1985, y quien proyectó el cine iraní a la segunda Nueva ola, que poco a poco se convirtió en una tendencia cultural, dinámica e intelectualmente prominente.
“La vaca” al igual que la “Metamorfosis” de Kafka o “Rinoceronte” de Eugène Ionesco, habla de la masificación del hombre, y de la lucha solitaria de aquellos que se rebelan contra todo sistema totalitario. En los tres el individuo se convierte en un animal o un bicho, en algo amorfo y ajeno a su propia idiosincrasia. En los tres prima la voluntad de escapar de una realidad sobrecogedora. En los tres se suscitan múltiples preguntas sobre la responsabilidad tanto individual como colectiva. Como también cual es la postura que se debe adoptar con respecto a la degradación generalizada de la sociedad, o ante determinadas propuestas de su radical transformación.
Asghar Farhadi no eligió al azar el texto de Gohlam – Hossein Sa´edi, sino que a través de él propone la ruptura con un pasado opresor, y a la vez al tomar “La muerte de un viajante” de Arthur Miller pone de relieve el contrapunto entre la realidad y ficción que viven los personajes y, porque también habla de la decadencia de una sociedad tan lejana física como culturalmente, pero tan cercana en una semejante crisis existencial, unos en el sueño de una clase media que ambiciona otro status, y el otro en un sueño de libertades arrebatadas por un sistema casi feudal, por tradiciones y costumbres.
Ni el edificio con fallas estructurales, que se cae a pedazos, ni la obra de Miller ni el guión de Sae´di son aspectos que pueden pasar desapercibidos, sino más bien es la estructura fundamental de una metáfora que sintetizará la realidad del Irán actual, con un sistema teocrático, y una gran concentración de poder fundamentalista, establecido desde 1979, cuando el entonces Sha Reza Palevi huyó a occidente.
La narración que aborda Asghar Farhadi en su película es similar al de la degradación de aquellos otros personajes de Sae´di, Kafka o Ionesco. En un comienzo Ermad es un hombre ejemplar, buen marido, excelente profesor, y actor talentoso durante la noche, pero a raíz de la violación de su mujer se inicia en él un lento proceso transformativo que paulatinamente lo va convirtiendo en una animal acorralado y desconocido para su esposa y amigos.
Cuál es la semejanza de Willy Loman con Ermad, casi ninguna y todas. Willy Loman es víctima de un sistema, pero también de sus propios errores, que son los que humanizan y universalizan al personaje y al conflicto que encarna. Willy es un personaje débil, a pesar de aparentar en la escena seguridad y fortaleza, es un ser inconsecuente y mentiroso. Miente a todos para sobrevivir, pero no puede engañarse a sí mismo. La crisis que se desata en Willy Loman es cuando siente que ha perdido el apoyo de los demás, cuando siente que la sociedad conoce su verdadera condición de fracasado, cuando siente que ya no puede sostener más las mentiras que fue creando para tratar de encubrir su verdadera situación.
La crisis que se desata en Ermad, es cuando se da cuenta que debe luchar solo para lograr descubrir al violador, que los secretos lo rodean y todos tratan de desestimar su búsqueda por inútil. Ermad está desencantado con una sociedad que no siente respeto por la mujer, ni por valores inalterables como la honradez y la lealtad.
Asghar Farhadi recurre a varios recursos cinematográficos que consiguen reflejar con brillantez el estado de ánimo de los personajes. e incluso de los secundarios que sirven para inquietar al espectador, y crearle una atmósfera casi irrespirable. Una vez más pone la sociedad iraní al desnudo con una narración natural y realista bajo la excusa que entrelaza un thriller psicológico, la denuncia social y una obra teatral.
De factura minimalista el filme transcurre en paralelo entre la obra de teatro y la realidad de una pareja en plena crisis, entre los ensayos de la obra y la puesta de la vida misma, captada por el ojo de una cámara obsesionada por el ínfimo gesto de sus personajes y los detalles cotidianos.
Asghar Farhadi expone frente a su cámara sobre el sentimiento de venganza y culpabilidad, impotencia y desolación, El filme desarrolla como trama central el crecimiento de la furia, de la necesidad de reparación sobre esa miserable ofensa íntima, y sobre su bastardeada hombría.
La maestría del director consistió en mostrar ese vacío interior en contraposición con un espacio exterior poblado de mentiras y sucias argucias para esconder al verdadero culpable. La odisea de Ermad es no sólo un descenso a los infiernos, sino un viaje hacia la recuperación de su dignidad.