El viajante

Crítica de Alejandro Castañeda - El Día

Venganza y culpa en esta historia de mujeres atacadas y parejas rotas

Un matrimonio debe dejar su casa porque el edificio está por venirse abajo. El es profesor y actor de teatro. Ella lo acompaña como actriz. Están representando “Muerte de un viajante”. Todo apunta al mismo lado. El matrimonio se contagia de esa muerte teatral y de ese derrumbe material. Ellos se mudan a una casa que estuvo habitada por una prostituta o algo así, porque todo está aludido. Por culpa de un equívoco, la nueva dueña de casa es atacada ¿por un cliente de la anterior ocupante? A partir de allí el aire se enrarece. ¿Qué pasó en ese baño donde la mujer fue atacada? El ladrón huyó y dejó olvidado plata y un celular. ¿Pagó por algo? El marido inicia la investigación. Se obsesiona. Quiere atrapar al agresor pero también saber hasta dónde llegó. Y esa interrogante ocupa todo. Los efectos indeseables que produce la violencia saltan a la vista. La duda gana lugar. El hombre apuesta a la venganza y la mujer al olvido. El ataque lastimó una armonía hogareña que deja más marcas que las heridas.

Este film ganó el Oscar como mejor película extranjera. Y Farhadi, que nos había deslumbrado con “La separación”, propone otra reflexión sobre las relaciones humanas, con la pareja en el centro de la escena. Lo hace de a poco, como es su estilo, sin estallidos grandilocuentes, permitiendo que la historia vaya envolviendo a sus personajes hasta hacerlos cambiar. Sensible, ambigua, sin tomar partido, dejando que cada criatura se explique, el film es una meditación sobre los aspectos morales que rodean a una pareja más que sobre el amor. Hay humanismo, gusto por los detalles, mirada profunda sobre los vínculos matrimoniales que están más allá del amor. Y da gusto ver a estos seres luchar contra ellos mismos, contra sus dudas y sus interrogantes y poder valorar la intensidad de las actuaciones y el peso de lasa palabras. Al final, cuando el film entra en su tramo definitivo, el argumento parece apresurarse demasiado. Hay suspenso, hay reproches, pero hay mucho para ver debajo de esa venganza que se queda a medio camino y que curiosamente le devuelve paz a un matrimonio a punto de quebrarse y llena de incertidumbre a una pareja que parecía feliz y armoniosa. Es que en los vínculos -dice Farhadi- todo está siempre a tiro de ruptura. Y no hay personajes salvadores en medio de una trama que no necesita la verdad sino saber mirarse hacia dentro. Cada uno tiene sus razones. Y todos dudan. En esas idas y vueltas el film demuestra que la vida se va haciendo de pequeñas revelaciones y de secretos, que el amor está poblado de contradicciones y que en ese clima de recriminaciones, ocultamientos y desvelos, la culpa pasa de uno a otro sin anclarse Merecido premio para esta historia cargada de una furia callada, sentida y dolorosa